Collage Aracely Sánchez Ruiz
Yo opino/ la columna de Aracely
Duelo de titanes
Por Aracely Sánchez Ruiz
¿Quién en su sano juicio se introduce en una “lata gigante” para zambullirse en la profundidad de un mar que ya dio cuenta hace más de cien años de un trasatlántico al que la soberbia humana llamó insumergible y sin embargo yace en el fondo del océano?
La noticia que acaparó los titulares de los espacios informativos la semana pasada fue la desaparición del sumergible Titán, luego que perdiera contacto con la embarcación que lo transportó al lugar del naufragio.
Pero antes de continuar, un poco de historia.
La mañana del miércoles 10 de abril de 1912, el RMS Titanic zarpó del puerto de Southampton en su viaje inaugural, tan solo para hundirse cuatro días después a 600 kilómetros de la isla de Terranova, en las gélidas aguas del Atlántico Norte, con un saldo de 1 mil 496 muertos (por ahogamiento o por hipotermia). Solamente 706 pasajeros y tripulantes fueron rescatados por el buque Carpathia, que llegó cuatro horas después de recibir el llamado de auxilio.
En 1985, 73 años después, los restos del navío fueron encontrados a 3 mil 821 metros de profundidad, por una cápsula equipada con cámaras. El hallazgo revivió el interés por el Titanic, animando a investigadores a hacer expediciones en busca de objetos, que se exhiben alrededor del mundo.
En los últimos años la empresa Ocean Gate fue más allá, ofreciendo viajes turísticos extremos a bordo de un sumergible de 6.7 x 2.8 x 2.5 metros, guiado por un control de videojuego (figúrate), por la módica suma de 250 mil dólares por persona.
Quizá llamarlo Titán, recordando al tristemente célebre barco hundido hace 111 años, marcó de algún modo su destino final.
Stockton Rush, Paul-Henri Nargeolet, Hamish Harding, Suleman Dawood y Shahzada Dawood partieron de Terranova el viernes 16 de junio en el Polar Prince hacia el sitio del siniestro. El domingo iniciaron la inmersión a las 9:00 horas y se comunicaron por última vez a las 11:47, lo cual al parecer no generó alarma.
Se les esperaba de vuelta seis horas después, pero al no salir a la superficie notificaron a las autoridades a las 18:35 horas e iniciaron la búsqueda, que fue seguida de cerca por los noticiarios de todo el mundo durante los días sucesivos.
En este punto, el más buscado de la televisión mexicana fue Alan Estrada, quien hizo el mismo viaje el año pasado y lo documentó en su canal de YouTube Alan x el mundo.
El actor jalisciense compartió con Ventaneando que 500 metros bajo la superficie todo es oscuridad, “estás flotando en la nada… (es) una masa negra”.
Aquí es donde yo digo: “si tuviera 250 grandes no los gastaría en meterme en la inhóspita profundidad del océano en una lata de sardinas. Eso me alcanzaría para 30 cruceros de lujo alrededor del mundo… y me sobra para los suvenires y los chuchulucos. Y a lo mejor hasta una casita y un auto compacto cuando regrese”.
En fin, más tarde que temprano las esperanzas se convirtieron en malas noticias y se supo que el Titán implosionó catastróficamente, matando a sus pasajeros al instante.
Y entonces, malpensada que soy, reflexiono: “¿no será que desde el domingo sabían que no había nada que hacer y solo esperaron hasta encontrar los restos de la nave para confirmar los decesos?
Porque según cuenta el propio Alan, encima de que pagas la exorbitante cuota, todavía debes firmar un legajo de papeles que dicen que haces el viaje bajo tu propia y entera responsabilidad… y donde (según Ventaneando) se menciona varias veces la palabra muerte. Y la empresa, como Pilatos, se lava las manos.
Es aquí donde aparece la figura de James Cameron, quien es un apasionado explorador marino, con más de 30 inmersiones (creo que lo pensará dos veces antes de volverlo a hacer, por lo pronto Alan ya había dicho que no lo repitiría).
El director canadiense señaló que la razón por la que se hundió el que fuera el barco de pasajeros más grande del mundo en su momento, no fue otra cosa que mala navegación.
Porque como lo expone en su cinta de 1997, el capitán fue advertido de los icebergs, pero ignoró el aviso y mantuvo la velocidad máxima con la intención de llegar a Nueva York el martes, siguiendo la orden de Bruce Ismay.
En el caso del Titán, no era un aparato autónomo, se sumergía por el peso de lastres que luego había que soltar para flotar hacia la superficie y esperar a que un equipo especializado los sacara, pues la compuerta abría desde afuera solamente.
“Y aquí estamos de nuevo, en el mismo lugar. Y ahora hay un naufragio junto a otro naufragio, por la misma maldita razón”.
Y aunque es lamentable la muerte de los cinco, es más triste pensar que Suleman Dawood, de solo 19 años, ni siquiera quería ir y solo aceptó para complacer a su progenitor, en el Día del Padre. ¡Zas!
Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.