Mi experiencia con la literatura. Amelia Valdez Aguirre

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Mi experiencia con la literatura

 

 

Por Amelia Valdez Aguirre

 

 

Mi primer acercamiento a la literatura fueron las canciones de cuna en la voz de mi madre; después, los cuentos y poemas que nos compartía mi padre, las historias contadas por mi abuela y los textos que nos leían algunos de mis maestros. Las canciones, cuentos, poemas, historias y lecturas fueron, por una parte, el sustrato sobre el que nació el vínculo afectivo con todos ellos, y por otra, el medio para descubrir el gozo que ofrece la palabra.

Cuando estaba en jardín de niños aprendí a leer sin darme cuenta. Solo recuerdo que cuando viajábamos en el transporte público me desesperaba que se desplazara tan rápido porque no me daba tiempo para terminar de leer los letreros que encontraba en el camino. Me fascinaba lo que aquellos signos escondían detrás.

Después disfruté los textos de los libros de la escuela primaria. Me sentía más atraída por los poemas, porque leerlos en voz alta era como jugar y cantar al mismo tiempo. El escaso material para leer lo llevaban al pueblo algunos de los proveedores en los camiones repartidores; eran los cómics, que llamábamos cuentos. No me avergüenza admitir que entre ellos estaban (en desorden cronológico) los de Memín Pinguín, Lorenzo y Pepita, La Zorra y el Cuervo y Lágrimas, risas y amor. También llevaban algún periódico, del que, ante la escasez de material para leer, a veces hasta revisaba el anuncio clasificado. Los cómics de Eduardo del Río (Rius) para mí eran algo especial y son los que recuerdo con mayor agrado: Los supermachos, Los agachados y después, algunos libros de divulgación con temas históricos, sociales y científicos, escritos por este mismo autor, con ilustraciones muy divertidas.

Ya en secundaria, los primeros escritores que conocí me han acompañado desde que me fueron presentados por la maestra Elizabeth González González, cuya pasión por la literatura influyó para que disfrutara con emoción los textos de Sor Juana, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Cervantes, los Machado, Fernández de Lizardi, Isaacs, García Lorca, Unamuno, González Martínez y muchos otros.  Recuerdo que conservé durante algunos años después el libro de literatura que llevamos en la escuela secundaria.

Cuando terminé la secundaria llegué a considerar la posibilidad de estudiar la carrera de letras españolas, pero ya estando en el Colegio de Bachilleres me decidí por la química, que también me gustaba y de lo cual me siento feliz.

El hecho de estudiar una carrera científica no impidió que yo siguiera explorando y disfrutando la lectura, gracias a lo cual conocí a muchos escritores más, entre los que solo  mencionaré algunos cuyos textos me han causado un impacto fuerte por su capacidad de plantear situaciones complejas, o bien porque muestran tal ingenio que son un desafío para los lectores, porque me resultan muy conmovedoras o muy gozosos: John Steinbeck, Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Elena Garro, Julio Cortázar, César Vallejo, Eduardo Galeano, José Saramago, Mario Benedetti, Efrén Hernández y un etcétera interminable.

Con el tiempo nació en mí la necesidad de compartir la lectura con otras personas, como una forma de completarla. Después de algunos años de trabajar como maestra en la Facultad de Ciencias Químicas, mis clases de química iniciaban con la lectura de un cuento breve, un poema, o bien un fragmento corto de alguna novela. No niego la posibilidad de que algunos de mis estudiantes se quedaran a mis clases no tanto por aprender química, sino por escuchar la lectura con la que iniciaba cada sesión.

Un día, los círculos de lectura llegaron a mi vida. Son infinitas las experiencias que he vivido gracias a esta actividad, así que solo mencionaré que he formado círculos de lectura con niños de guardería, con los niños del barrio donde vivo, con empleados de una biblioteca pública, en la Facultad de Ciencias Químicas, donde, además de leer textos científicos, en las horas libres disfrutábamos leyendo cuento, poesía, novela y ensayo, así como también con maestros jubilados. Quizá la mayor satisfacción que esta actividad me ha dejado es saber que algunos de los participantes que en estos círculos de lectura descubrieron el goce de leer se han convertido en promotores de otros círculos de lectura.

Así como los círculos de lectura dieron sentido a mi experiencia de lectora, los talleres de creación literaria han sido fundamentales para apoyar mi inquietud por escribir. La lectura de un texto escrito puede golpearme, provocarme asombro, dolor, molestia o angustia; o bien, mostrar rasgos de mí misma que permanecieron inadvertidos hasta que el texto me los mostró. Es entonces cuando nace la necesidad de expresarme, más bien como una forma de dar estructura a las emociones que me provocan, tanto las historias leídas como las situaciones que vivo.  Escribir es un reto divertido; me ayuda a digerir la historia; a poner en orden mis pensamientos para aprender de la experiencia vivida o leída. En ocasiones los pensamientos evocan historias asombrosas de personas cercanas, y el producto es un cuento, un relato (hay historias que me persiguen hasta que me atrapan y me colocan frente al ordenador) o un poema; otras veces, los pensamientos son ideas y lo que nace es un ensayo; pero la poesía, la narrativa o el ensayo para mí son importantes y dignos de ser escritos, porque emergen como producto de la necesidad de expresarme.

Escribo sin el propósito inicial de pedir a los demás que lean mis textos, pero vale la pena dar sentido al acto de escribir y creo que la única forma de hacerlo es compartirlo con otras personas que también escriben. Tengo la fortuna de haber asistido a los talleres del maestro Gabriel Borunda, y después a otros en los que participamos otras personas que, además de promover la lectura y otras actividades artísticas, escribimos.   Estoy consciente de que muchos de los textos escritos que han nacido de estas experiencias, están esperando salir a encontrarse con sus lectores.

 

 

 

Amelia Valdez Aguirre es licenciada, maestra y doctora en química por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma, donde actualmente catedrática jubilada. También es responsable de la Sala de Lectura Revolución del Programa Estatal de Salas de Lectura, socia fundadora de A’wí Formadores Ambientales A. C., promotora de la salud con microdosis y terapia floral. Ha publicado artículos científicos y capítulos en libros de ciencia y de educación, además del libro Biografía breve de Marie Curie. Textos suyos aparecen en la antología X y Contando y en revistas literarias como Papyrus, Ariwá, Emma Catalina y Voces de Papel.

1 comentario en «Mi experiencia con la literatura. Amelia Valdez Aguirre»

  1. Amelia Valdez Aguirre siempre erudita y leal amiga. En lo personal me inspiras en mis proyectos y sueños a lograr. Escucho de ti la palabra exacta y la orientación que me permite culminar con éxito bocetos de inquietudes que sólo estaban en mi mente. Con admiracion y cariño

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