Recortes de mi experiencia literaria. Lucila May Peña

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Recortes de mi experiencia literaria

 

 

Por Lucila May Peña

 

 

Hace un tiempo, será cosa de diez años, coincidimos algunas personas que nos iniciábamos en la literatura. Nos acompañaba un poeta de la vieja guardia. El motivo era de encuentro y convivencia, la idea era divertirse y salir de la rutina. El poeta, haciendo alarde de su conocimiento, comenzó a increpar a una mujer antropóloga, experta en el tema de sexo e igualdad, respecto a un asunto de la biblia que desde luego aludía a Eva. Era un momento incómodo. Supongo que se sintió perdido y en su desesperación me abordó:

―Y tú ¿no vas a decir nada?

Supuse que ambos entendían que no tenía nada que decir, de otro modo hubiera intervenido, ponerme en evidencia, apenada respondí:

―No, no estoy versada en el tema

―¿Cómo no? ―exclamó, aparentando incredulidad, y agregó―: ¡lo dice la biblia!

A lo que respondí:

―Lo sé, pero no soy una experta como mi amiga. Por cierto, ahora mismo estoy tomando un curso que ella está impartiendo sobre el tema.

Sin haber conseguido otro oponente, y a punto de perder la batalla que él mismo inició, el amigo se retiró dejándome un mal sabor de boca.

Hace unos meses, después de una actividad literaria, dos compañeros escritores dos chicas más y yo, convenimos en cenar juntos. La actividad fue grandiosa, estábamos eufóricos. Pedimos una botella de vino de la casa que nos bebimos como agua. Tomamos la segunda, acompañando los deliciosos platillos que seleccionamos de acuerdo con nuestra particular preferencia y aun pedimos una tercera para la sobremesa. Una plática que consideré delicada rodaba entre las copas de vino y un vaso de agua, las chicas exponían teorías sobre el porqué las mujeres no se defendían del abuso y la violencia de la pareja. Uno de los varones, francamente misógino, las rebatía con fiereza. Mientras escuchaba sus posturas, el asiento me picaba, se iba haciendo estrecho, no pude más. Todos se sorprendieron cuando pedí la palabra para intervenir.

―Yo creo que a esas mujeres les falta educación, capacitación, conocimiento. Así, me pasó…

No terminé mi argumento, pues el hombre interrumpió levantando un brazo.

―¡Lo tuyo no fue falta de educación! ¡Lo tuyo fue por soberbia y altanera!

Su actitud fue como recibir un golpe, una cuchillada en medio del pecho. Alguien que decía ser mi mejor amigo, que me quería más que ninguno, ¿cómo se atreve a hablar así?, ¿que sabe de mí?

Hasta entonces nunca a nadie le había contado sobre esa parte de mi vida. Me levante y le grite:

―¡Quítate de mí vista y no te me vuelvas a acercar!

El corazón se me salía, la cara me ardía, de vergüenza. Me sentí humillada, burlada, incomprendida y, como ya habíamos pagado la cuenta antes de que él lo hiciera, tomé mi bolsa y salí a buscar un taxi.

Hace poco, durante una charla, un grupo de colegas hablamos sobre la utilidad de la literatura en la vida de los adultos mayores. Todos estuvimos de acuerdo en que la literatura permite soñar, te hace viajar a sitios lejanos, desconocidos, a los que quizá nunca llegaremos, como un viaje a las estrellas, a otro planeta o al fondo del mar.

A través de los libros vivimos otras vidas, ¡cientos!, si nos aficionamos a la lectura. Podemos conocer otros modos de pensar de hombres y mujeres que habitan por los cuatro puntos cardinales del planeta. Podemos recordar las etapas de la vida una y otra vez y reír o llorar, con la seguridad de que al cerrar la tapa del libro seguiremos con nuestra vida reconfortados.

Si, la literatura nos provee de una nueva y más amplia visión de la vida a través de las historias que se cuentan.

Nadie es el mismo después de leer un libro, por ello adoptamos alguno o ellos nos adoptan, se hacen familia y ya nunca queremos dejarlos.

No, aun no puedo debatir el tema de la biblia, pero me queda claro que está lleno de misticismo, mentiras personas convenencieras, un grupo dominante u otros lo utilizan para manejar masas y ganancias.

De pronto me identifican como una feminista, y debo serlo, pues como mujer entiendo nuestros problemas y necesidades, pero no estoy peleada con los varones, solo con los abusivos, cínicos y descarados, por eso, me alejo de ellos.

Tardé mucho para ubicarme en un sitio del que, para defenderse, hay que estar consciente: reconocerse abusada; porque para ello hay que ser eso, consciente de serlo; hay que leer, y traer a la mente las experiencias que lo demuestran, aunque duelan, pues solo así, viviéndolo, podemos aceptar que lo somos y en consecuencia tomar medidas al respecto. Algunas como yo, pocas, pusieron pies en polvorosa antes de que una bala cruzara mi pecho o que los celos terminaran en la muerte de un padre frente a sus hijos.

Hace falta educación: saber leer y escribir para acercarse a la literatura, esa que enseña a ver, a crecer, a valorar la propia vida; el respeto que cada ser humano merece.

He leído mucho, me hace falta leer más, pero cada día, a partir del ejercicio cotidiano de tomar un libro y hacerlo mío, las neuronas se reacomodan dentro de mi cerebro y en la reflexión me permiten crear y poner a la mano estas experiencias que espero le sirvan a alguien.

 

 

 

Lucila May Peña es licenciada en enfermería, egresada del Programa de Formación Literaria del Gobierno del Estado de Yucatán, autora de los libros De lo más íntimo con un toque de rebeldía y amor; compiladora de Alquimia de aguas decantadas, On the table y Nobleza que sirve. También de las plaquettes Oro Verde, De amores imposibles y En los jardines del recuerdo. Textos suyos aparecen en compilaciones de libros y revistas nacionales e internacionales y paginas digitales. En 2015 la Dirección de Servicios Educativos Sección de Enseñanzas Artísticas de CONACULTA le dio un reconocimiento por el valor de su obra en el Senado de la República. La Universidad del Sur Campus Mérida la nombra Mujer del año, Mujeres líderes, la voz que inspira. Actualmente es escritora de tiempo completo.

4 comentarios en «Recortes de mi experiencia literaria. Lucila May Peña»

  1. La lectura nos llega de muy diversas formas. Sentir, vivir, conocer, protestar a través de narratuvas vivas y lúcidas, que nos llegan al alma, al corazón.

    La maestra Lucila May comparte su visión de lo que experimenta, propio y del entorno, con un fuerte sentido humano, a veces de denuncia.

    Es incansable en su afán de compartir sus experiencias, muy en su estilo, y ésta, es una de ellas.

    Su obra es basta.

    Gracias por estos primera década de obras literarias, y todas las que vendrán.

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  2. La lectura nos llega de muy diversas formas. Sentir, vivir, conocer, protestar a través de narratuvas vivas y lúcidas, que nos llegan al alma, al corazón.

    La maestra Lucila May comparte su visión de lo que experimenta, propio y del entorno, con un fuerte sentido humano, a veces de denuncia.

    Es incansable en su afán de compartir sus experiencias, muy en su estilo, y ésta, es una de ellas.

    Su obra es basta.

    Gracias por estos primera década de obras literarias, y todas las que vendrán.

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  3. Como mujer, estoy de acuerdo con Lucila que los abusos a nuestro género, se relaciona con la falta de educación. Esa que priva a todo individuo la posibilidad de crecer, de valorarse como persona, para exigir enérgicamente el respeto a que todas tenemos derecho. Y que el acceso a la literatura nos abre la visión para conocer y comparar formas de vida, eligiendo la mejor opción y atrevernos a cambiar drásticamente nuestra forma de pensar y actuar .

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