Escalera para novela
Por JChM
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Inicia cuando el promedio de edad de los personajes sea los siete años, allí se completa la esencia cuerpo/ mente.
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Olvida la patraña de la estructura previa; toma la punta del hilo donde la veas brillar: frase, latido, mirada, recuerdo.
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No pierdas tiempo haciendo listas de personajes. Todavía no existen. Aparecerán en la travesía, la redacción.
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Escribe ya, no esperes que suceda un milagro de iluminación si no te desplazas. Imagina, piensa, pero no mucho. Improvisa, ya luego darás pequeños toques de corrección de estilo o valientes cambios de rumbo, solo cuando de sea necesario.
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Halla un ritmo, respira. Solo así se llega a la orquestación de personajes espacio conflicto, esperanza, temporalidad.
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Primero imaginaste una casa, una aldea, una ciudad. Ahora puebla con detalle el mundo, el río, los muebles, montañas, herramienta. No flotes en el espacio vacío.
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Ten conciencia del tiempo: en esa novela tú eres el tiempo, el cuerpo, el sentimiento.
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Eres tejedor de hilos, memoria, venas, linfa, acción. Eres el redactor, no el destino. El destino de los personajes lo habrás de conocer en la escritura: la colectiva y «la de tu pluma».
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Procura la información que tu novela en curso requiera. No te hundas en un pantano de datos ni te distraigas en investigaciones fatigosas. Escucha el latido de tu novela dentro y fuera.
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Corrige con cuidado cada línea, ajusta los hilos sueltos, llena huecos y pule costuras torpes, pero respeta tu novela. Es tuya y también es alma milenaria.
JChM es editor de Estilo Mápula revista de literatura.