11.- Erick… parte 2. Almudena Cosgaya

Dintel de Almudena

11.- Erick… parte 2

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

El viento, testigo de aquel encuentro, continuaba silvando entre los árboles, como si tratara de comunicar secretos milenarios. Su sonido, cargado de un eco sobrenatural, se entrelazaba con el palpitar de los corazones de Paola y Erick, creando una sinfonía de misterio que colmaba el aire húmedo del bosque.

—Paola —dijo Erick pronunciando amablemente su nombre, dejando que la vibración de cada letra resonara en el claro del bosque. Sus ojos profundos como abismos revelaron un conocimiento oculto, un antiguo poder que vacilaba en las sombras de su ser—, en mucho tiempo, no había experimentado lo que me pasa contigo. Siento la fuerza del destino guiándome hacia ti.

—Erick —musitó Paola, aferrándo aquellas palabras con ansiedad. Podía sentir su corazón galopando, lo que hacía que su respiración se contrajera.

—Quiero revelarme ante ti —exclamó Erick, sintiéndose un poco nervioso—desde que te conocí he sentido por primera vez que el tiempo llega más lento y que no sé todas las respuestas —continuó Erick, su voz enmarcada por un halo de misterio— tú y yo somos piezas de un antiguo rompecabezas, envuelto en un destino que todavía no comprendemos. Pero juntos, podemos descifrar los secretos de este mundo escondido.

— Erick, llevo mucho tiempo sintiéndome sola. En los últimos meses he andado en un torbellino de cambios, revelaciones y caos. Pero en mi interior he descubierto que no estoy sola. Siempre has estado ahí, incluso cuando no lo veía —sus mejillas tomaron un color rosado— te he sentido.

—Y siempre estaré contigo —dijo Erick, tomándola de la mano.

En la penumbra, a la distancia, los ojos inquietantes de dos siluetas observaban a los jóvenes con una mezcla de intriga y temor. Sus figuras estaban entre la maleza, escondidas entre sombras, testigos de aquel encuentro.

—¿Qué están haciendo esos dos? —murmuró Mario. Su voz temblorosa se entrelazaba con el susurro del viento, casi confundiéndose en una desconocida melodía—, ¿te has dado cuenta de que hay algo oscuro en ese muchacho? Y Paola… no debería adentrarse en ese abismo.

Paulina miro a su hermano y luego a los jóvenes, con rostro pálido y ojos vidriosos, se aferró a la manga de su hermano, sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal.

—Mario, no puedo evitar sentir que algo sobrenatural se avecina —susurró con un dejo de miedo en su voz—, Paola está jugando con fuego. Y Erick… es un enigma, un ser que se escapa a mi entendimiento.

—Es el momento acordado, tengo que ver a nuestra hermana. Paulina, tendrás que vigilarlos, pero ten cuidado de que Paola no deje su entrenamiento.

El bosque, refugio de secretos ancestrales, contuvo la respiración, mientras sus torcidas ramas se entrelazaban como dedos esqueléticos que observaban en silencio. Y este pronto sería roto.

 

Continuará.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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