Harapos negros. Jaime Chavira Ornelas

Foto Pedro Chacón

Harapos negros

 

 

Por Jaime Chavira Ornelas

 

 

No recuerdo cuándo por primera vez vi aquel individuo sentado en la banca del parque 25 de Marzo, vestido con harapos y descalzo. Su rostro parecía cubierto con hollín o mugre acumulada por meses, su mirada perdida y su quijada rígida, los puños cerrados. Yo era un adolescente de doce años y me gustaba ir al parque, pues estaba cerca de mi casa. Nunca había visto alguien parecido.

¿Quién era, por qué estaba así, cómo se llamaba, donde vivía?

No me atreví a preguntarle nada. Lo observé por unos minutos hasta que volteó y me miro como el preguntándose las mismas preguntas que yo tenía de él; fue un sentimiento extraño, pues me sentí tan harapiento y mugroso como él. Se detuvo y se aproximó. Con los puños cerrados y la mirada fija, me preguntó:

―¿Quién eres? ¿O quién crees que eres?

Me quedé paralizado, atónito, sin moverme ni articular palabra alguna. Su presencia era impactante, ya parado y con esa mirada tan penetrante y esos puños cerrados como dos piedras macizas en cada brazo, cubierto de harapos como corazas. Vi fijamente a sus oscuros ojos, luego me levanté y empecé a caminar para alejarme y él grito de nuevo con todas sus fuerzas:

―¿Quién eres? ¿O quién te crees que eres?, ¡No eres más que ceniza y polvo, ¡eso eres, ceniza y polvo… y siguió gritando a todo pulmón:

―No eres de más ni de menos que nadie, porque yo soy el que fui, el que soy y el que será.

Me alejé y escuché sus carcajadas.

Duré varios días asustado, tuve pesadillas y apenas comía, no volví al parque por semanas. Un día iba caminando rumbo a la escuela cuando de repente de una esquina salió el vagabundo y tropecé con él, olía a drenaje y su negro rostro se veía cansado y triste, no era aquel hombre furioso del parque, más bien parecía un montón de papeles sucios que los arrestaba el viento, sus harapos estaban pegados a la piel y se notaba más delgado. Vi sus ojos rojos entrecerrados y con la mirada ya no perdida sino fija en el horizonte, como buscando algo en el cielo. Volteo por un instante y me vio con cierta ternura, como cuando perdonas, como cuando olvidas el rencor. Fue una mirada piadosa, sentí que estaba perdonando la vida, las circunstancias, la mala suerte, las malas decisiones, el destino; perdonándose a sí mismo, perdonando a todo y a todos, no había culpa en su mirada. Se la llevo el viento como se lleva la ceniza y el polvo.

Recuerdo bien ese día porque en la madrugada cayó una fuerte tormenta y en lo único que pensaba era que el agua estaría limpiando al vagabundo y que por la mañana sería una nueva criatura, que el agua limpiaría hasta el más pequeño trozo de harapo, que su rostro brillaría y sus manos estarían agradecidas y entrelazadas dirigidas al cielo, agradeciendo el perdón ya recibido.

Hoy, sentado aquí en la misma banca del parque 25 de Marzo y con la vejez a cuestas, ya no me pregunto quién soy ni quien creo que soy, porque aquel vago sucio y harapiento me dijo quien fui, quien soy y quien seré y le estoy muy agradecido. Nunca supe quién era ni qué pasó con él, solo sé que la vida nos enfrenta con nuestra conciencia de una manera u otra. Aquel día de adolescencia me enfrente a la mía y fue terrorífico saber toda la negrura que tenía por dentro y que con el tiempo la misma vida me enseñó a limpiar cada uno de mis sentimientos y pensamientos.

El viento sopla agradable en este hermoso día de abril, veo hacia el cielo buscando los pájaros migrantes que vuelan al norte para seguir llenando de vida este magnífico planeta sin importarles lo negro de las añejas criaturas humanas.

 

 

 

 

Jaime Chavira Ornelas es un sobreviviente de la desintegración familiar; estudió comunicación y manejo de negocios en el Colegio Comunitario de Maricopa en Phx. Az USA; tiene diplomados en exportación, importación y manejo de aranceles por Bancomext, también varios cursos de inteligencia emocional y lingüística. Trabajo para empresas a nivel gerencial. Actualmente es pensionado por el IMSS. Escribe cuentos cortos y poemas ácidos.

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