Rollos cortos
Maten al cura bueno
Por Raúl Herrera
Calvary, producción irlandesa de 2014, cuenta una historia maravillosamente terrible. Un hombre, durante le confesión, le avisa al cura de un pequeño pueblo irlandés, James Lavelle, que lo asesinará en una semana, al domingo siguiente, y que le da ese tiempo para que ponga sus asuntos en orden. Durante los días que siguen a esa confesión, junto con el cura, hacemos un recorrido para conocer a los miembros de la comunidad, para enterarnos de que se encuentran faltos de fe y lejos de los preceptos de la iglesia, pero sobre todo, que repudian al sacerdote Lavelle.
Lo sorprendente de la propuesta del director y guionista de la película, el inglés John Michael McDonagh, radica –por una parte– en que la historia, que tiene un arranque con los elementos necesarios para desarrollar un thriller en forma, se convierte en una larga y lúcida reflexión sobre los problemas de la fe y el sentido de la vida –pero por otra– en que el cura es inocente ante los ojos del asesino, quien afirma que “no tiene sentido matar a un cura malo. ¿Matar a uno bueno? ¡Eso sería noticia! Lo voy a matar a usted, padre. Lo voy a matar porque usted no ha hecho nada malo!” Lo interesante es que el sacerdote sabe quién es el que lo amenaza, pero los espectadores no.
Dura, muy crítica, pero al mismo tiempo emocionante, Calvary es una película de los tiempos modernos, y por lo mismo no se deja nada en el tintero. Durante el metraje de cien minutos nos encontramos con temas como el adulterio, las drogas, el sexo, la violencia y la desintegración familiar, aderezado todo con humor negro y escenas dramáticas.
Técnicamente se trata de una gran película, muy bien fotografiada, en locaciones de hermosos paisajes. Sin embargo, lo mejor de todo son las actuaciones, de primer nivel. Destaca Brendan Gleeson, como el cura de pueblo: realiza una actuación inolvidable. Su historia personal también resulta interesante, pues luego de ser maestro de secundaria por varios años, decidió dedicarse a la actuación cuando tenía 34 años. Desde entonces ha hecho muy buenas interpretaciones, como en los filmes El sastre de Panamá (2001), Pandillas de Nueva York (2002) de Martin Scorsese e I.A. Inteligencia Artificial (2001) de Steven Spielberg. Cabe mencionar que los actores que lo secundan son extraordinarios y en conjunto dan un realismo muy fresco a la historia que transita de la comedia al drama sin apenas darnos cuenta.
Con una escena final, filmada magistralmente, que resulta difícil de olvidar, Calvary es una de esas películas que pueden pasar desapercibidas por el gran público, pero no por los amantes del buen cine.