Dintel de Almudena
segundo Sortilegio de Aromas
Por Almudena Cosgaya
En el corazón de Chihuahua se encuentra una tienda muy diferente a las demás, su nombre Sortilegio de Aromas. Un lugar mágico lleno de encantos y misterios. Elías, el dueño, estaba ocupado limpiando, cuando la puerta de la tienda se abrió con un suave tintineo. Entró una mujer de estatura alta, tez morena clara, ojos grandes y hermosos, pero con una mirada triste que parecía contar una historia de dolor y pérdida. Se presentó como Azeneth, “La que pertenece a Neith”.
Elías era un hombre de aspecto enigmático y ojos llenos de sabiduría. La observó con atención.
―¿Qué pasa? ―le preguntó con voz suave pero firme.
Se acercó a ella, moviéndose con gracia felina.
―Tengo algo para ti ―continuó sin preguntar ya nada más―: Se llama Luz de Isis. Es una mezcla de sándalo y flor de loto.
Luego sonrió con un leve hilito de ternura.
Azeneth miró la vela con escepticismo.
―¿Cómo podría ayudarme una simple vela? ―preguntó dubitativa.
Elías más francamente.
―En la simpleza se esconde la magia.
Azeneth llegó a su casa, lugar de recuerdos y sombras del pasado.
Con Luz de Isis en sus manos, se sentó en la sala, rodeada de silencio. Encendió la vela y la fragancia comenzó a llenar el aire. La llama danzaba con ritmo de hechizo egipcio.
A medida que el aroma se intensificaba, Azeneth comenzó a sentir una sensación de calma. La vela absorbía su tristeza, transformándola en una energía cálida. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones, permitiendo que la magia de la vela la envolviera.
Comenzó a sentir que su tristeza se desvanecía, una suave aura de serenidad y esperanza dibujaba su silueta. Luz de Isis no era una simple vela, sino faro de luz, un puente entre el dolor y la respiración.
La luz de la vela parecía más brillante, más viva. Miró a su alrededor: su hogar no le pareció ya un lugar de sombras, sino un santuario de paz y renacimiento.
Luz de Isis había iluminado la sala, había iluminado su alma. Y aunque el camino aún era largo, Azeneth sabía que ahora tenía una guía.
Al día siguiente, Azeneth regresó a la tienda. Elías sonrió.
―Te ves de mejor ánimo, y sé que ahora vienes por respuestas.
La voz se desvaneció. En el aire flotaba una promesa.
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.
Simplemente hermoso… Excelente.
Me encantaría encontrar un aroma caminando por el zócalo