Alzheimer la condena. Alberto Heredia Castillo

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Alzheimer la condena

 

 

Por Alberto Heredia Castillo

 

 

Alzheimer, la condena de muerte en la que el condenado (a) no se da cuenta. Todos hemos leído y muchos hemos tenido un familiar o un conocido padecer la enfermedad; que hasta hoy no se sabe a ciencia cierta por qué ataca al cerebro que se va deteriorando con el olvido de la conciencia y las principales funciones del organismo.

Científicos, políticos, artistas, escritores, maestros, amas de casa: no respeta condición social o intelectual alguna, pero a todos lleva a la tumba en pocos o muchos años, entre diez y veinte años.

Inicia con olvidos que vemos como algo normal, porque todos los tenemos en un u otro grado durante la vida. Pero esos olvidos se hacen cotidianos, se extravían cosas de uso cotidiano: la persona piensa que alguien las ha tomado, pueden ser prendas de ropa, llaves, lentes, dinero.

Luego viene el olvido de ubicación cuando el hombre o la mujer sale a la calle y no se encuentra el lugar donde estacionó el vehículo, o qué autobús se debe tomar.

Hay la anécdota de un ilustre maestro de una universidad prestigiosa de Estados Unidos: cuando un alumno lo vio en la estación del ferrocarril urbano, le preguntó si había perdido el tren, o el boleto, que no se preocupara, él lo ayudaría. El maestro le respondió que no era ni una ni otra cosa, sino que no recordaba a dónde iba.

Una película animada que se llama El piso de arriba cuenta el caso de un académico que es llevado por su hijo a un centro de retiro para personas enfermas, conoce a un hombre que se hace su amigo y compañero de cuarto, luego lo acusará de robarle el reloj y lo insulta. El compañero, que era hábil para los negocios con los huéspedes, no pudo convencerlo de que él no había robado nada, que lo buscara bien. Semanas después encontró el reloj bajo el colchón, envuelto en un pañuelo. Su amigo le fue mostrando todo lo que había en la casa y le explicó que un día le mostraría el piso de arriba, a donde no podían subir los pacientes. Al fin pudieron subir sin que el personal los viera y lo que vio le sobrecogió, porque eran personas en sillas de ruedas sin moverse y babeando sin poder saber que debían limpiarse. Ellos, le explicó su amigo, antes estaban abajo, pero los subieron después de unos años porque solo esperan su muerte sin saber que llegará. Ellos tienen alzheimer en su última fase.

Las primeras fases se viven con cierta conciencia, pero no de todo lo que ocurre: puede haber irritabilidad y hasta agresividad hacia las personas cercanas, o a la o el cuidador.

Poco a poco se deja de tener necesidad de comer o tomar agua, por eso el o la cuidadora deben estar pendientes y proporcionarles lo necesario y en los horarios adecuados.

Lo mismo sucede con el aseo y el arreglo personal, la ropa adecuada y el calzado. Conforme avanza la enfermedad, se deja de tener control de los esfínteres y el paciente habrá que usar ropa interior desechable y alguien estar pendiente de cambiarla y limpiar varias veces al día.

Luego será también de noche.

Pero antes de eso, se debe tener cuidado de que no salga de casa sin compañía, porque podrá perderse. Por eso habrá que poner una pulsera de identificación o una placa como la que usan los militares.

Hay enfermedades colaterales que pueden ser graves, como la neumonía o la epilepsia. También puede llegar a olvidarse masticar y deglutir que requerirá poner una sonda gástrica para alimentar, pero eso es muy complicado y peligroso, porque puede ocasionar infecciones graves.

El paciente tendrá que ser llevado a una casa de cuidados intensivos que le atiendan de día y de noche. Un médico de cuidados paliativos de Pensiones Civiles del Estado dijo que el mejor lugar para un paciente con alzheimer es la casa donde ha vivido siempre, pero en algunos casos eso será imposible.

Generalmente son las hijas las que cargarán con la tarea de ser cuidadoras, pero cuando no las hay, serán los hijos o el cónyuge quienes se encargue.

Poco a poco se requerirá más tiempo, hasta ser 24/7 y eso será muy pesado hasta llegar al final.

El final llegará con un paro cardiaco o con un paro respiratorio, porque el cerebro dejará de regular las funciones vitales y se producirá la muerte. Ellos no sufren en las últimas etapas, los que sufren son los seres queridos.

Es bueno saber que la enfermedad del alzheimer aumenta en nuestros países y que la comprensión de las familias es necesaria. Los medicamentos son caros y desgraciadamente quienes no tienen recursos ni medicina social sufrirán más y morirán en menor tiempo. Hagamos conciencia.

 

21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer

 

 

 

Alberto Heredia Castillo nació en Chihuahua el 2 de julio de 1945. Escuela José Ma Mari 138 y Colegio Patria, la primaria, Benemérita Escuela Normal del Estado, Normal Superior José E Medrano. CCHEP. PCM. PSUM. PRD. Morena. Jubilado.

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