Los últimos contactos proletarios
Por Gustavo Hirales Morán
Cada caso
debería considerarse por aparte.
Cada puerta que se abre,
y cada puerta que se cierra,
son la clave:
nada es gratis,
nada es leve,
todo pesa y todo cuenta,
es el caso
de los últimos contactos proletarios…
Pocos saben lo que pasa;
solo algunos saben algo,
pero entre ellos
no se hablan,
muchos saben casi nada,
la sospecha está en el aire;
no lo cuentes pero
era el caso
de los últimos contactos
proletarios…
Cada puerta es un enigma,
puede ser una apuesta
equivocada;
cada voz es una trampa
que se cierra
sobre el hombre
que deambula a la deriva
por la calle sombría
y encanallada;
cada lumbre y cada chispa
deberían considerarse,
cada alarma que se prende,
cada faro que se enciende
vale tanto, para el caso,
como todos,
cuando todo nada vale
y cuando «nada» viene siendo
contraseña cancelada
de la última esperanza.
En la noche acribillada
cada cosa vale poco,
la psicosis en la calle,
el temor en las ventanas,
unos pocos valen menos,
todo junto vale madre,
si la madre de las cosas,
algo vale…
Todo suelto por el rumbo
de las cosas,
nadie duerme en esta noche solitaria.
Cada rumbo es tan incierto
como el quicio de unas puertas
al abrirse,
es el miedo, es el miedo
al cerrarse totalmente
los contactos proletarios…
Gustavo Hirales Morán, escritor mexicano, ha publicado La Liga 23 de Septiembre, orígenes y naufragio, Memoria de la guerra de los justos, El complot de Aburto, Camino a Acteal, Chiapas, otra mirada y Siempre de nuevo. Escribe también periodismo en El Nacional y Unomásuno, Nexos y Etcétera.