4. Algo no está bien… parte 4. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

  1. Algo no está bien… parte 4

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

La sensación de mariposas revoloteando en su estómago le hizo sentir náusea, pero también emoción. Tenía preguntas, pero su repentina revelación la hizo enmudecer.

—Yo también te extrañé… —dijo Erick

Un silencio nació entre los dos. Solo las miradas se conectaron y fue como sentir un cálido abrazo. No había sido un sueño, fue real. Su rostro varonil, ahora estaba cubierto con moretones, algunas cortadas y un curita adornaba su mejilla.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Paola—. Yo. Lamento no haberte ayudado… yo…

—Estoy bien —dijo Erick bajando la mirada, lucía avergonzado—. No tienes nada que lamentarte.

Aunque él lo dijera en un tono consolador, Paola no dejaba de sentirse mal. Había ido a socorrerlo y, sin embargo, algo ocurrió. Lo había abandonado. ¿Por qué no regresó? El problema era que después de que sucedió aquello, no recordaba nada.

—Lo siento.

—No fue tu culpa que me atacarán —Erick sonrió— aunque mi padre dice que debía ganar y ser más hábil la próxima vez.

La preocupación se reflejó en el rostro de Paola.

—¿Por qué dice eso?

—Mi familia tiene reglas distintas a las demás. No te preocupes, no volverás a verme así.

—Bueno. Me alegra saber que estás bien.

—Y… ¿cómo estuvo tu tarde ayer? —preguntó Erick mirando fijamente a Paola.

—Sin novedad… —contestó ella.

—Mientras me golpeaban tuve la impresión de escucharte. Antes de perder la conciencia te vi justo en aquel callejón. ¿No te parece raro?

—Tal vez, fue solo tu imaginación —dijo Paola con rapidez—, no hubiera tenido oportunidad de salir a salvo.

—Sí, tienes razón —añadió Erick.

Más tarde, Paola caminaba rumbo a casa. El cielo estaba nublado y una bruma comenzó a cubrir la calle, algo extraño en esa época del año. Agilizó el paso sintiendo una repentina necesidad de llegar. Entonces escuchó pasos. Se giró hacia atrás: no había nada. Se apresuró. Sintió una ráfaga de viento pasar por su lado. No había nada. Tal vez la imaginación le estaba jugando una broma.

Un escalofrío recorrió su espira dorsal y la certeza se acogió en su interior. Algo se acercaba a gran velocidad. Paola se detuvo, mientras el corazón se agitaba.

El impacto fue repentino y no le dio tiempo a reaccionar. Cerró los ojos. Aquello que la golpeo la arrastraba y de pronto se detuvo. Paola estaba aturdida y supo que estaba en peligro. ¿Y si eran los bravucones buscando revancha?

Abrió los ojos, intentó ponerse de pie, pero las fuerzas le fallaron. ¿Dónde estaba esa confianza de la mañana? ¿Dónde estaba la fuerza sobrehumana?

Una silueta negra se abalanzó sobre ella. Intentó gritar, pero no pudo. Algo la aprisionaba contra el suelo, no sabía que era, pero su peso comenzaba a sofocarla. Una respiración en su oído se volvió una melodía macabra. Entonces sintió una punzada en su garganta, la acompaño un ardor frío. Aquello la había mordido. Succionaba su vida y la condenaba a delirar de dolor.

Se oyó un susurro: “Volveremos a encontrarnos”.

 

Continuará.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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