Octubre
Por Marco Benavides
Desde el portal de una antigua casa de campo contemplo la vasta extensión del cielo nocturno de octubre. La luna, un espectáculo deslumbrante y casi completo, brilla con una luz que compite con la iluminación de las farolas y que penetra el velo de la oscuridad. A su alrededor las estrellas son el eco de antiguos secretos.
La brisa de la noche me rodea, llevando consigo el aroma a tierra mojada y hojas secas que el otoño va dejando. Es un mes de cambios, de transición, donde el calor del verano poco a poco se disipa. El cielo parece más grande, más profundo.
La luna de octubre no es una simple esfera; es un faro, espejo de profundas emociones. Los pensamientos se vuelven más claros, casi cristalinos. La soledad no se siente tan opresiva; es un espacio para la introspección, un momento para estar a solas con los pensamientos que durante el día se ven ahogados por el ruido.
En el jardín, las sombras de los árboles danzan ligeras, creando figuras. Las hojas, pintadas de rojos, amarillos y ocres, tapizan el suelo como una alfombra. Es un espectáculo que invita a la reflexión, a la meditación.
Imagino a los antiguos, a aquellos que también observaban este mismo cielo, quizás en este mismo lugar. ¿Sentirían la misma reverencia que siento yo ahora? ¿Buscarían en las fases de la luna respuestas a preguntas que todos compartimos? La continuidad de la vida, el ciclo que se repite cada año con cada hoja que cae, cada luna que crece y mengua.
La luna de octubre es también una musa, un símbolo de amor que crece y se ilumina en medio de la oscuridad. Bajo su luz, las promesas se sienten firmes, es un recordatorio de que, incluso en la noche más oscura, hay belleza.
A lo lejos, un búho llama, su canto se mezcla con el viento entre los árboles. Es la banda sonora perfecta para esta noche, una melodía que eleva el alma y la transporta a un estado de paz y serenidad. Me siento parte de algo más grande, un pequeño hilo en el tejido vasto y complejo del universo.
Reflexiono sobre cómo cada observador de la luna ve algo un poco diferente, influenciado por sus propias experiencias, sus alegrías y sus tristezas. La luna de octubre es un espejo que refleja no solo la luz del sol, sino también nuestros propios corazones, con todas sus fracturas y toda su plenitud.
Con cada minuto que pasa, la luna asciende más alto en el cielo, y parece que se lleva consigo los pesares, transformándolos en esperanza. No hay promesas de que mañana será más fácil, pero sí la certeza de que la belleza y la magia de esta noche quedarán.
La noche avanza y sé que es momento de regresar. Pero esta observación, este encuentro con la luna de octubre irá conmigo.
14 octubre 2024
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