Collage de Aracely Sánchez Ruiz
Yo opino/ la columna de Aracely
¡Me lleva el tren!
Por Aracely Sánchez Ruiz
Las vacaciones que acaban de comenzar son buen pretexto para viajar en el sexagenario Chepe, que diariamente sale de esta capital con destino a Los Mochis, Sinaloa. Anímate a disfrutar los paisajes más espectaculares del mundo cruzando la Sierra Madre Occidental a través de túneles y puentes que hacen de esta obra ferroviaria una de las más importantes de los últimos tiempos.
La cita es en la estación ubicada en las calles Méndez y 24ª, de donde el Chepe parte a las 6:00 horas. El abordaje inicia desde las 5:30, un amable sobrecargo te recibe y te indica a qué vagón debes subir. Acomódate en tu asiento mientras el tren empieza a moverse y sale silbando de la estación rumbo al suroeste. Es muuuy temprano, quizá todavía está oscuro: si quieres, toma tu cobija (aún están frías las mañanas), tápate hasta las orejas (como decía mi ma) y disponte a reponer el sueño que te robó la desmañanada.
A las 7:00 inicia el servicio en el vagón comedor. Qué te parece pedir unos deliciosos huevos con chorizo o con jamón, con sus frijoles refritos y tortillas de maíz (o si hay, de harina, sí, cómo no, con mucho gusto); o tal vez prefieras unos ricos hotcakes (¡mmm!) bañados con miel y mantequilla, acompañados con un café de olla; o, si la dieta lo exige, solo fruta con yogurt y granola (ni modo).
Alrededor de las 8:25 el tren llega a Cuauhtémoc, la ciudad de las tres culturas, antiguamente llamada San Antonio de los Arenales, situada en el kilómetro 400.5, a 2,194 metros sobre el nivel del mar.
Unos bajan, otros suben, el tren sigue su curso y dos horas y 20 minutos más tarde arriba a uno de los lugares más fríos del estado, en el kilómetro 533. Se llama San Juanito y es un importante centro maderero que se estableció en 1906, con la llegada del ferrocarril.
La tercera parada en el itinerario del Chepe es Creel, la entrada a la Sierra Tarahumara, fundada en 1907 y llamada así en honor don Enrique Creel, al suroeste se encuentra San Ignacio de Arareco, con su bello lago. Puedes bajar aquí para pasar una o varias noches, conociendo los lugares cercanos y cómo celebran la Semana Santa los lugareños.
Durante el Jueves Santo, los rarámuris escenifican peleas entre “soldados” y “fariseos” o “pintos”, en las inmediaciones de su parroquia de Cristo Rey. Al otro lado de la calle, frente a la Plaza Principal, se encuentra el templo de Nuestra Señora de Lourdes, donde los fieles celebran la institución de la eucaristía.
El Viernes Santo, los feligreses recorren las calles del pueblo representando el Viacrucis viviente, recordando el camino de Jesús hacia el Calvario, cargando la cruz.
Creel tiene lo suyo, puedes descansar en su plaza viendo la gente pasar, o bailar a los grupos de danza folklórica, o visitar su Museo de Arte Popular, para conocer sus artesanías, o entrar en alguno de sus restaurantes a degustar una exquisita comida.
En la Misión de San Ignacio de Arareco se lleva a cabo otro de los rituales donde los rarámuris danzan y cantan dando vueltas alrededor del templo, portando penachos o plumas, tocando tambores y golpeando sus espadas de madera en el piso.
Visita también el lago, uno de los más hermosos paisajes de la Sierra Tarahumara, con una longitud de tres kilómetros en forma de herradura ‒de ahí el nombre de Arareco‒ y una superficie de 40 hectáreas. Para los más aventureros tiene lugares para acampar, refugios e instalaciones turísticas administradas por la comunidad tarahumara.
También se puede pasear a caballo o en un vehículo todoterreno, o simplemente caminar por los alrededores disfrutando del sonido del agua y el canto de los pájaros.
Los rarámuris colocan en la orilla puestos de artesanías para atraer a los viajeros a comprar aretes, máscaras, plumas, pulseras, rebozos, tortilleros y otras mercancías.
Cerca de la Misión se halla un frondoso bosque de pinos y algunas cuevas, como la de Sebastián, donde se filmó en 1965 la película Tarahumara con Ignacio López Tarso.
A pocos minutos, en el Valle de los Hongos y el Valle de las Ranas, raras formaciones de piedra volcánica esculpidas por la erosión semejan estas figuras vegetales y animales.
En la orilla de la carretera se encuentra una gran piedra de forma muy particular, conocida como El Elefante, y más adelante un grupo de rocas imitan las pequeñas crías de paquidermo.
A una hora de Creel se encuentra el Parque de Aventura, donde los amantes de la naturaleza y del deporte extremo pueden explorar la Sierra Tarahumara de una manera diferente.
Un trenecito mecánico de tres carritos te lleva desde la entrada, haciendo una parada de diez minutos en el mirador de los Tres Cañones, donde se unen el del Cobre, el Tararecua y el Urique, hasta el centro del parque donde se encuentran las atracciones.
Elige entre el ZipRider, una tirolesa de 2,530 metros que se recorre en 2 o 3 minutos; un circuito de 5 kilómetros con 7 tirolesas y 2 puentes colgantes; la Vía Ferrata, con un descenso de 45 metros a rappel, puentes colgantes, gruta, el salto de Tarzán y escalada vertical; y el bosque aéreo, con una mini tirolesa y 12 puentes colgantes entre los pinos.
Mención aparte merece el teleférico, que cruza desde el mirador de Piedra Volada hasta Mesa de Bacajípare, donde un trío rarámuri entretiene a los turistas cantando, mientras esperan la próxima cabina para el regreso.
El tren hace el mismo recorrido todos los días con los mismos horarios, así que si decidiste quedarte en Creel, puedes abordar otro día para continuar el viaje y en el kilómetro 585 te encontrarás con El Lazo, un puente que cruza sobre sus propias vías formando una curva completa para empezar a perder altitud.
Cerca del mediodía el tren pasa por el pueblo de Pitorreal y un kilómetro y medio más adelante, mirando hacia la izquierda, se ve la Piedra de la Fecundidad.
Pasadas las 13:00 horas, el tren se detiene por cerca de media hora en Divisadero, donde puedes bajar y admirar la barranca en todo su esplendor, comprar artesanías, o comer unas deliciosas gorditas.
Pocos minutos después de dejar Divisadero llegas a Posada Barrancas, para luego encontrarte con formaciones rocosas inusuales, llamadas rocas pedestal o “hoodoo”, que se pueden ver a ambos lados del tren.
San Rafael es la siguiente parada, un importante punto de encuentro, donde se cambian los equipos del tren.
Seguimos hacia Cuiteco, que significa “colina en forma de cuello”, un antiguo poblado donde en 1684 el padre Juan María de Salvatierra estableció una misión.
Siete kilómetros más adelante está Bahuichivo, desde donde se puede viajar a Cerocahui, un pintoresco pueblito fundado en 1681 por el propio Salvatierra.
El último rincón de Chihuahua por donde pasa el tren es Estación Témoris, fundada por los jesuitas en 1677 como Santa María Magdalena de Témoris. En lo alto de la montaña se puede ver una placa con la fecha en que se terminó el Ferrocarril Chihuahua al Pacífico, el 24 de noviembre de 1961.
El Chepe sigue su curso hacia el suroeste para pasar por El Fuerte antes de llegar a Los Mochis, en el estado de Sinaloa.
Con una velocidad promedio de 50 km/h, el Ferrocarril Chepe recorre cada día más de 656 kilómetros a través de 18 túneles y 37 puentes que suponen una impresionante obra de ingeniería. La ruta Chihuahua al Pacífico es considerada una de las más importantes del mundo.
Desde 1961, el Chepe se aventura en los imponentes paisajes de la Sierra Tarahumara, hasta alcanzar el área que engloba las más representativas características de la cultura, historia y folklore tarahumaras, las Barrancas del Cobre, o Copper Canyon, como se conoce a esta región mundialmente.
Cuatro veces más grande que el Cañón del Colorado, este magnífico paisaje mexicano sirve como telón de fondo para uno de los más espectaculares paseos en tren en el mundo. El más cómodo y moderno tren de pasajeros te proporcionará una memorable experiencia ecoturística.