Inopinadamente
Por Guadalupe Ángeles
Delicadamente, el hambre desaparecería si fuera tal
Sencillamente, abrirías los ojos y olvidarías el beso dado en el sueño anciano apenas despiertas
Bucólicamente, descenderías del árbol donde se guarda el espíritu de tu más amada mascota muerta
Irónicamente, mentirías sin necesidad de transformarte en la que nunca has sido solo por el dolo de no ser
Empecinadamente, cruzas la ciudad o temes no recorrer más esas mismas calles que te ven pasar como a una mentira indeleble
Astutamente, aprenderás nuevos nombres y renegarás del tuyo solo porque la noche te niega su dulzura
Arbitrariamente, dibujarás con los ojos cerrados la figura de la diosa madre ante la blanca soledad
Verdaderamente, olvidarías lo que ya no has sido ni te importará que lo oscuro se coma todo, oloroso a lodo
Oblícuamente, mirarás tu propia enunciación de pretextos para no mirar en profundidad la mirada que te mira
Indistintamente, te arrebatarás a ti misma toda insignia autoimpuesta en tiempos de tu mínimo imperio secreto
Ordenadamente, calibrarás el sonido de cada palabra solo porque la música se te ha negado
Irrefrenablemente anhelarás experimentar la eternidad contenida en cada instante
Expresamente, mondarás el minuto como si se tratase de huesos de cadáveres atemporales
Inocentemente, cantarás los minúsculos himnos que la niñez dejó impresos en tu piel ajada
Dulcemente, mentirás mirando fijamente y olvidarás que tu palabra era oro entrecerrando los ojos
Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.