La sonrisa detrás de las nubes. Almudena Cosgaya

Dintel de Almudena

 

La sonrisa detrás de las nubes

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

En un pueblo costero del que no se recuerda el nombre, la bruma ocultaba el horizonte, creando un mundo sacado de una novela de suspenso, o de un videojuego. La niebla se aferraba a las calles y a las casas, envolviendo cada rincón en un misterio. Era un día nublado, pero las nubes se comportaban de manera inusual, como si fueran testigos de algo que el mundo no estaba destinado a ver.

Jorge, un joven escritor con inclinación hacia lo inexplicable, caminaba solo por la orilla del mar, dejándose llevar por la inquietante atmósfera, mientras su mente danzaba con ideas que sus manos cosquillaban por escribir. Tan absorto en su mente que no se percató que se adentraba en la densa bruma, hasta que una la voz comenzó a susurrar en su oído. El sonido parecía surgir de las nubes.

«No me busques detrás, cuando siempre he estado dentro».

El susurró fue una melodía arrastrada, hizo que la columna vertebral de Jorge se erizara.

Se detuvo y miró hacia el cielo nublado, buscando el origen de la voz. Las nubes se movían como si tuvieran vida, girando y retorciéndose en un baile extraño. La voz continuó sonando, insinuando secretos, y se dibujó una presencia que lo observaba desde las sombras.

La maldición del escritor se presentó. Ahora Jorge, intrigado y aterrado a partes iguales, decidió seguir el rumor de la voz. La niebla se volvió densa y el sonido de las olas del mar se desvaneció en el fondo. Siguió caminando sin saber hacia dónde lo llevaría aquel llamado.

Camino por minutos o tal vez horas. La voz lo guio hacia un viejo faro, su luz titilante apenas visible a través de la bruma. Dudo por un minuto, pero su afán por contar la historia lo hizo seguir; a medida que se acercaba, la voz se volvió más nítida, más pronunciada. El faro parecía estar rodeado por una oscuridad que absorbía toda luz.

Jorge se apresuró a subir los escalones del faro y llegó a la sala de la linterna, donde una vieja lámpara colgaba del techo. La voz llegó a su punto máximo de claridad, resonando en su cabeza como un eco retorcido.

«No me busques detrás, cuando siempre he estado dentro», dijo la voz una última vez, antes de que una sombra oscura emergiera de la lámpara y se cerrara en torno a él. No hubo un grito, ni un eco.

La niebla engulló al faro, y dejó al pueblo costero en la oscuridad. Nadie supo lo que había sucedido con Jorge, ni por qué el faro, antes un faro de esperanza, ahora irradiaba una presencia amenazante.

La voz, la sonrisa detrás de las nubes, se convirtió en una leyenda en el pueblo, un misterio que solo los valientes se atrevían a explorar. Pero Jorge sabía la verdad, dondequiera que estuviera, en lo profundo de las sombras que habían devorado el faro. La voz siempre había estado dentro, y ahora, en la eterna oscuridad, era uno con ella.

Y tú… ¿has escuchado la voz?

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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