Collage de Aracely Sánchez Ruiz
Yo opino/ la columna de Aracely
Enviada especial en Ciudad Juárez
Por Aracely Sánchez Ruiz
Si visitas la frontera desde este fin de semana hasta el próximo 3 de septiembre te encontrarás con el festival Juárez Juangabrielísimo, que durante nueve días recordará al Divo en su séptimo aniversario luctuoso.
Habrá desfile de carros alegóricos, carrera familiar, exposición, espectáculo de luces, misa, serenata, concursos de canto y de coreografías, recorrido dramatizado, homenaje sinfónico, show de imitadores, callejoneada con rondalla y Pablo Montero rindiéndole homenaje (a ver si ya se le quitó la pose de Vicente Fernández). Consulta el programa en el #JuanGabrielisimo.
Alberto Aguilera Valadez, de todos conocido como Juan Gabriel, nació el 7 de enero de 1950 en Parácuaro, Michoacán, de donde muy pequeño emigró con su madre a Apatzingán, luego a Morelia y finalmente a Ciudad Juárez.
No abundaré en su biografía, tan solo te diré que tras una sólida carrera de 45 años, Juan Gabriel falleció repentinamente el 28 de agosto de 2016.
En mis 12 años de carrera reporteril tuve oportunidad de asistir a sus conciertos en varias ocasiones: un 15 de septiembre en la Plaza Mayor, un par de palenques en la Feria de Santa Rita y una vez en la mismísima Ciudad Juárez.
Precisamente aquel domingo de su partida me encontraba allá en la frontera y aquí te cuento cómo me enteré de la inesperada noticia y qué pasó los días que siguieron.
Todo comenzó el sábado anterior, cuando mi compañero fotógrafo Alberto Hierro (¡oye, Beto!) y yo fuimos enviados a cubrir varios eventos. La orden de trabajo incluía el concierto de Miguel Bosé, un reportaje sobre el museo de Tin Tan y la final de Nuestra Belleza Chihuahua.
Después de comer nos dirigimos a la Plaza de la Mexicanidad, donde ya la gente empezaba a ocupar sus asientos para disfrutar de la voz y presencia del español. Pero el clima es traicionero y a la hora que cantaba el abridor local las bocinas, las luces y las mamparas comenzaron a balancearse peligrosamente a causa de una tolvanera que además levantó los techos de varios puestos, y comenzó a llover torrencialmente.
Recuerdo que no veía nada porque los lentes se me empañaron y fue Beto quien me llevó del brazo hasta la camioneta para resguardarnos de la lluvia… de todos modos acabamos empapados.
Envié la nota de la cancelación y al día siguiente, después de desayunar, fuimos al museo que estaba todavía en obra y que hoy lleva el nombre de Sala de Arte Germán Valdés “Tin Tan”.
No obtuvimos información porque era domingo, pero nos citaron para el lunes, así que tomamos fotos de la fachada y nos fuimos a comer, al mismo tiempo que indagábamos dónde quedaba el lugar del evento de la noche.
“Sin querer, queriendo”, como diría el Chavo, llegamos a una plaza comercial donde había un restaurante de mariscos (que Beto traía el antojo) y al fondo reconocimos el nombre del salón que andábamos buscando… “dos pájaros de un tiro”.
Estábamos ordenando cuando recibí un mensaje de mi jefe Salvador Moreno, que me indicaba recoger “las reacciones de la gente por la muerte de Juan Gabriel”.
¡Oye, espérate! Primero avísame que se tiró por la ventana (como dice el chiste) y me vas diciendo poco a poquito, no me lanzas el balde de agua fría. Entonces vi que en la pantalla del restaurante estaba la “Noticia última hora” y le pedí al mesero que subiera el volumen, por favor.
Efectivamente: Juan Gabriel había muerto a las 11:17 horas en su departamento de Santa Mónica, California, en la víspera de un concierto que tenía programado en El Paso.
Así que terminando nos fuimos “tendidos como bandidos” a la casa de la avenida 16 de Septiembre y calle Colombia, donde las autoridades ya habían acordonado el perímetro para dejar la vía libre a los peatones. La reja se iba llenando de moños negros, mensajes, fotos y flores, la banqueta de veladoras y la calle de cientos de fans cantando el repertorio completo de Juan Gabriel.
Automovilistas estacionados en los alrededores subían el volumen de sus equipos de sonido dejando escuchar “Buenos días señor sol”, “Costumbres”, “El Noa-Noa”, “La muerte del palomo”, “Te voy a olvidar” y otras canciones.
Por la noche, el opening del certamen Nuestra Belleza Chihuahua fue con “La frontera” (versión dúo con Julión Álvarez) y durante los intermedios Lupita Jones (coordinadora), Cristal Silva (Nuestra Belleza México 2016), Celeste Espinoza (Nuestra Belleza Chihuahua 2015) y Janeth Loya (recién nombrada Nuestra Belleza Chihuahua 2016) expresaron su sentir por la triste noticia.
A la mañana siguiente entrevistamos al alcalde Javier González Mocken, quien ya hablaba de gestionar que los restos del cantautor reposaran en Juárez.
Rápidamente el Municipio organizó varios eventos culturales los días posteriores, con el fin de rendir homenaje al hijo adoptivo de Ciudad Juárez.
Luego acudimos a la cita en el museo de Tin Tan, que casualmente estaba ubicado frente a la que más tarde se denominaría Gran Plaza Juan Gabriel, entre las calles Ignacio Mariscal, Acequia Madre, Santos Degollado, Otumba y Acacias.
Terminamos el trabajo y agarramos rumbo a Chihuahua, pero con la sensación de que era extraño que no nos hubieran pedido más cobertura del acontecimiento, como ciertamente ocurrió después.
Faltaban unos kilómetros para llegar a Villa Ahumada cuando recibí la llamada de Chava indicándome quedarnos en Juárez, por lo que tomamos el primer retorno.
En los siguientes días nos acercamos varias veces a la casa de la 16 de Septiembre, fuimos al albergue y escuela de música Semjase, al lugar donde estuvo El Noa-Noa, recorrimos las calles a pie y dondequiera se oía la música de Juanga, ya fuera programada en la radio, o por los mismos oyentes.
Antes que terminara el mes los vendedores hicieron su agosto frente a la casa de Juan Gabriel, ofertando flores a 20 y 50 pesos, banderines y fotos a 50, tazas a 100, gorras a 150 y otros suvenires a diferentes precios.
Permanecimos hasta el jueves 1 de septiembre por la mañana en Juárez y regresamos a Chihuahua, Beto a seguir trabajando y yo a disfrutar de unas vacaciones (como dice el “Teacher” López Dóriga), si no merecidas, sí muuuy necesarias.
Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.