Los hermanos animales. Leoncio Acuña Herrera

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Columna de Acuña

 

Los hermanos animales

 

Por Leoncio Acuña Herrera

 

 

En la carrera por salvaguardar los derechos de los animales, pese a los esfuerzos colectivos y agrupaciones diversas, como civilización aún nos falta mucho para ganar esta batalla.

La literatura registra, quizá mejor que la historia o la filosofía, el acompañamiento de los animales a los hombres y mujeres durante esta civilización:

El Patito Feo de Hans Christian Andersen,

el Libro de la Selva de Rudyard Kipling,

la zorrita en El Principito de Saint-Exupéry,

Platero y Yo de Juan Ramón Jiménez,

por citar algunos libros.

Lamentablemente son versiones idealizadas del verdadero trato que les damos a los animales.

En cambio, hay escritores contemporáneos que abordan la cruda realidad, como el sudafricano y premio nobel J.M Koetzee, que en La vida de los animales (2004) reúne sus conferencias sobre el sufrimiento de los animales en granjas y laboratorios.

Lo mismo un escritor muy en boga, un tanto comercial, el israelí Yuval Noah Harari, en Sapiens, de Animales a Dioses (2017), donde refiere la crueldad en la crianza de millones de gallinas, vacas, cerdos y ovejas, con el objetivo último de ser sacrificados para la industria alimenticia.

Por otra parte, está de moda que los animales aparezcan en las noticias, en programas  de TV como Animal Planet, en tweets de gatos y perros que se encuentran con sus dueños… Hasta en el cine, Hachiko, el perro que en Japón esperó a su dueño junto a la vías del tren hasta que murió.

En el mes de julio hubo varias noticias en México: la del náufrago australiano y su compañera Bella, en las aguas del Pacífico, el reconocimiento en el Senado a binomios caninos de la Sedena, el de Proteo, rescatista que murió en una operación de salvamento en la devastada Turquía.

Pero también aparecieron notas de las que uno nunca quisiera leer: de perros literalmente hervidos en aceite, de cachorros muertos de hambre en un “refugio” en Cancún. El caso de Zeus, que murió asesinado cuando intentaba salvar a su dueño, un indigente, de un ataque.

Viendo estos casos es ineludible preguntar por qué actuamos así, donde está el origen del mal. Y en particular con los gatos y perros, los más cercanos y amigables, y a los que más maltratamos, encadenamos, hambreamos, apedreamos, atropellamos, maltratamos.

Me temo que el problema no se resuelve con más reglamentación, pues además de la  Ley Universal de los Derechos de los Animales, de la UNESCO, en México tenemos el Código Penal Federal, la Ley Federal de Responsabilidad Ambiental, la Ley General de Vida Silvestre.

Las multas van de 10 a 100 días de salario mínimo, es decir, 17 mil 287 pesos, y  de tres meses a dos años de prisión. ¿Pero acaso ha visto una noticia contundente con un castigo ejemplar?

México ocupa tercer lugar mundial en maltrato a animales en situación de calle y el primero en América Latina. Por eso creo que el tema es cultural y de conciencia social, más que de leyes.

El otro obstáculo es que ante iniciativas como prohibir las corridas de toros o las peleas de gallos, siempre saltan los tradicionalistas que reviran con la incongruencia de los carnívoros.

Tienen razón en gran parte. Por ejemplo, yo estoy muy lejos de ser vegano, me encanta la cane asada, y al momento de saborear un ribe eye uno nunca piensa en el pobre animal sacrificado.

¿Pero acaso por eso vamos a tolerar la crueldad, voltear otro lado?

Por ello no oculto mi interés avieso en este artículo, pues actualmente en mi casa somos 20 en total: mi esposa y yo, 17 gatos y un perro, Juanito, mi alma gemela, que merece su propio artículo.

En cuanto a los gatos, es una larga historia que inició con la adopción de Piojito en la CDMX y después acá con La Pinta, gata callejera que inició una reproducción en el portal de nuestra casa.

El hecho es que ahora tenemos cuatro generaciones de gatos, incluyendo 7 nacidos en marzo. Eran 8 pero regalamos uno. Diecisiete en total.

Ahora conviven Melina, Pulga, Pinta, Güiri Güiri (alega mucho), Toro, Zorra, Beba, Raya, Rayo, Mecha, Vlady, Lunita, y 5 aún sin nombre.

Sin contar los que se nos han ido: Aurelio, Güero, Toro, Lennon, Bonito, y Yillo que murió.

Por razones de espacio después les platicaré más de cada una de estas personalidades tan distintas como atractivas: huraños, apacibles, amistosas, desconfiados, comodinos.

Evidentemente hemos estado esterilizando a los que van creciendo, pero ya están los que son.

No sé cuántos gatos tuvo Carlos Monsiváis, pero creo que sí le haría competencia.

Concluyo el tema con una reflexión, un exhorto, un sueño y un deseo.

Un ser humano no puede amar a los demás si no tiene por lo menos respeto a los animales.

Y si no le gustan las mascotas, mejor no tenga ninguna. Porque hay que hacerse responsables.

Hace poco soñé que integraba una célula clandestina para exterminar a agresores de animales. Estoy seguro de que muchos de ustedes aceptarían ser parte de mi equipo.

Y finalmente deseo que si existe la reencarnación nazca yo como veterinario o biólogo marino.

 

Agosto 2023

 

 

 

Leoncio Acuña Herrera, periodista y escritor, es licenciado en ciencias de la comunicación. Ha sido reportero en Novedades de Chihuahua, subdirector editorial de Norte de Chihuahua y jefe de información de El Heraldo de Chihuahua. Actualmente cursa la maestría en periodismo en la UACH.

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