Tres amigas 1/3. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

Tres amigas

1/3

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Envueltas en una niebla perpetua, las tres amigas caminaban hacia la vieja mansión Cielo Santo. Cada paso que daban parecía hundirlos en la oscuridad del bosque donde los árboles se alzaban como guardianes y los susurros del viento enviaban escalofríos por la espalda. El silencio se intensificaba con el crujir de las ramas.

Tras una larga caminata la mansión se reveló al frente, alzándose como un espectro en la neblina. Una inquietante calma invadió el lugar, como si la casa misma las estuviera aguardando.

Cuando cruzaron el umbral, las sombras parecieron cobrar vida, deslizándose por las paredes y mezclándose en la penumbra. Ventanas rotas como ojos vacíos semejaba una mirada que parecía traspasar el tiempo.

Andy lideraba el camino; Itatí, con su gran corazón, trataba de mantener una sonrisa tranquilizadora. Rosa se aferraba a su alegre espíritu, pero la emoción de aventurarse en aquella casa comenzaba a ser reemplazada por una creciente sensación de intriga.

En el interior de la mansión se sentía una oscuridad opresiva, cada rincón parecía esconder un secreto. Las bujías en las paredes parpadeaban y proyectaban sombras inquietantes, como si las sombras bailaran.

—Esto es… espeluznante —susurró Rosa, su voz apenas audible—. No recuerdo haber encendido nada.

—Parece que los fantasmas de este lugar aún se resisten a partir —murmuró Itatí, tratando de despejar la tensión—, puedo sentirlos.

Andy avanzó hacia una puerta interior que conducía a una habitación muy amplia. La curiosidad venció al miedo, y las otras dos la siguieron cautelosamente.

Un aire helado las recibió. La atmósfera estaba cargada de energía arrebatada; una sensación de ser observados los invadió. La sombra se deslizó por una pared y los ruidos resonaron en sus oídos.

—¿Sienten eso? —preguntó Andy, conteniendo la respiración.

—Algo no está bien aquí —dijo Itatí.

Rosa, aunque asustada, no podía evitar sentirse atraída por el misterio que rodeaba la mansión.

—Quizás deberíamos… largarnos de aquí —sugirió con timidez.

Antes de que pudieran moverse, una voz incomprensible llenó la habitación. Las palabras parecían llegar desde otra dimensión…

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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