Julio de Jaime
Retazos
Por Jaime González Crispín
Todas las madrugadas lo mismo.
Un autobús rentado por la empresa de lácteos pasa por nuestras casas, antes que cante el gallo, para llevarnos hasta la planta. Abordamos, algunos todavía dormidos, con retazos de reciente sueño pegados al rostro; vamos sin hablar, rezongando apenas buenosdías.
Al llegar a la planta, aun sin sol, todos a los camiones repartidores a la calle, por sus rutas, a repartir leche. Manejando, me vuelve la inquietud por el sueño reiterado en el que me veo llegando de regreso a casa y en el que encuentro a mis padres y a mi esposa en mi velorio.
Yo sigo en lo mío, surtiendo aquí, allá, y más allá, hasta el mediodía, a la media tarde, a la hora de corte caja y entrega de motor.
Para el regreso no hay camión rentado. Tomo el urbano, atravieso la ciudad, bajo del colectivo y cruzo el jardín sin flores y de pasto amarillo color descuido, cerca de mi casa. Camino sin prisa. Me siento transparente, leve. Encuentro que hay gente en mi calle, a la entrada de mi casa. Cruzo entre ellos; entro y veo los cirios encendidos y un ataúd en el que yazgo, sin sonrisa y sin tiempo. Pregunto en voz baja, pegado al oído de mi esposa, que qué pasa.
—Nada —me susurra también al oído— es solo que te moriste.
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Jaime González Crispín es profesor, por la Escuela Normal de Durango, con grado de Iicenciatura. También estudió en el Taller de Escritura Narrativa, en la Universidad Juárez del Estado de Durango y en el Taller Levriano de Escritura, Querétaro. Ha publicado los libros de cuentos Matemos al cura, Alambre de Púas y Trece veces por minuto. Están inéditos sus novelas Eva Gorrión, o la monja que mató a su hermana y Casi quince, además de su libro de cuentos El mal samaritano.