Hurgando entre libros, papeles y demás La experiencia literaria. Sergio Armando López Castillo

Hurgando entre libros, papeles y demás

La experiencia literaria

 

 

Por Sergio Armando López Castillo

Hurgando entre libros, papeles y demás, encontré este texto exquisito y atrayente sobre mí, como autor de uno de mis libros: Cronos el otro ángulo de la noticia, que confeccionó de manera gentil y generosa el colega escritor de muchos años Jesús Chávez Marín. Por su riqueza literaria, opté por reproducirlo aquí.

Los periodistas tienen el privilegio de ser los escritores más favorecidos por la atención de los lectores en todas las ciudades del mundo, y también en uno que otro rancho.

Sergio Armando López Castillo está muy consciente de esta enorme fortuna profesional; por eso su escritura es pulida, su narrativa cumple con elegancia las reglas del manejo del tiempo, la construcción de personajes, quienes, aunque lo son en la vida real de la entrevista y la investigación antropológica, cumplen en la cuidadosa redacción de Sergio Armando esa verosimilitud tan difícil de lograr en el lenguaje escrito.

Desde el siglo 19 y hasta el inicio trepidante de nuestro siglo 21, no solo gozan de los favores inmediatos de lectores en todos los ambientes sociales, sino además son los profesionales cuya imagen tiene más elementos góticos y románticos en el mundo moderno. En la imaginación popular, ellos son aventureros consumados, conocedores de todos los restaurantes y bares, lo mismo de oficinas policiacas que naves industriales, a donde nadie más penetra. Ellos saben secretos recónditos de la política, la religión, la mafia, la empresa. Esos recintos de reuniones exclusivos y solo para iniciados de sus clanes son los espacios donde se toman decisiones públicas, se decide la guerra, las finanzas, los operativos.

En las novelas, el cine, la televisión, la figura del periodista es mítica. Es el héroe que salva a la princesa, el político que desenreda los nudos del poder, la figura principal que junto a su novia Ariadna hallará la salida del laberinto donde el minotauro es un dinosaurio o un ejecutivo júnior que promueve la fiesta de las balas.

Y como les dije antes: Sergio Armando vive con naturalidad y desfachatez ese personaje público del escritor moderno: Lo encarna y lo cultiva a la perfección: redacta con el estilo generoso de los grandes narradores; se hace presente a todas horas en el hipocentro de donde sucede la vida pública de la ciudad; se viste y se peina como un galán desde el último grito de la moda, el perfume y el corte de pelo; también él mismo ha sido protagonista de múltiples lances de la política y de los amores, y de tal forma que anduvo muchas veces al filo de la violencia, como también al filo de la felicidad sin límites.

Sus amigos son muchos en todos los ambientes y niveles socioculturales: Lo mismo platica, entre la brillantez y la discreción que son divisas de su personalidad generosa y valiente, con gobernadores, arzobispos y financieros en los palacios de su poder y su soberbia, que con indigentes y criminales en las calles, las mazmorras de prisiones y penitenciarías a los que el mundo oficial ahora llama centros de rehabilitación social.

Ningún tema escapa a la rápida computadora donde escribe este autor. Su estilo es torrencial y exuberante.

No parece escritor de este desierto que habitamos, donde se supone que los hombres son de pocas palabras y viven casi en silencio. Al contrario. Él escribe como si no hubiera mañana, su prosa rápida llena páginas y pantallas de reflexión filosófica y de historias que parecen fantasía, tanto porque la vida de los seres humanos a veces pareciera ser de fábula, como también por el arte narrativo de Sergio Armando López Castillo, labrado con claridad y seducción.

Por ejemplo: Durante los ocho años en los que fue director de la revista Chihuahua moderno, él redactaba el 80 % del material publicado: el texto editorial que es autoría oficial del director y va sin firma; cuatro columnas fijas, tres de tema político y una cultural, que firmaba con su nombre, con sus iniciales y con dos seudónimos; las notas informativas del recuento mensual.

Todo eso además de dos o tres artículos de los faltaban al cierre de la edición.

Cualquier lector de esa revista sabía que la mesa de redacción era Sergio Armando, en la soledad de su escritorio.

Es bien conocido que la esencia del arte es la originalidad, y que el inicio de esta condición es el de asumir riesgos y desafíos para buscar lo que nadie ha encontrado, para entrar en lugares jamás visitados, para quitar los velos de lo que nadie ha visto.

El origen del arte narrativo en nuestros tiempos es la escritura periodística, como también es fuente documentada para historiadores, educación para la opinión pública, información actualizada para políticos y empresarios cuyo liderazgo está al servicio de nuestro destino colectivo, y a veces también se mantiene para su perjuicio.

En todo arte narrativo, el autor de Cronos, este libro que salió a la luz de la imprenta, asume riesgos desde el título con el que aparece: le da el nombre del tiempo, khronos, oscuro y denso, y luego matiza un poco en el subtítulo: el otro sabor de la noticia, una frase un poco más ligera que toma de uno de sus grandes maestros, Ernesto Salayandía, quien así subtitulaba el programa de radio La voz de Chihuahua, como lo consigna el libro de Sergio Armando en una de sus crónicas.

Al llamarlo Cronos, el autor establece un pacto narrativo con los lectores y promete que lo que en este libro se diga tendrá el desafío de ser ni más ni menos que la crónica de su tiempo, la épica de estos años, donde se desarrollan grandes travesías, con cíclopes y sirenas, jóvenes valientes que pierden la vida como la maestra estatal Sonia Madrid, quien defendió con valentía la integridad económica y la ética magisterial y a quien el autor define en con una sola línea: “una luchadora humanista e intelectual que buscaba acabar con corruptelas y arbitrariedades de su sindicato”.

La obra de Sergio Armando López Castillo resulta muchas veces temeraria, pero, con tal de contar la historia en la frenética efectividad de su magnífico estilo, pone nombres completos y lanza los reflectores de la crítica. Baste como ejemplo este párrafo de la crónica ya citada:

“La desastrosa y penosa situación de Miguel Ramírez Sánchez al frente de la sección 42 del SNTE, antes y después del cobarde asesinato de la maestra masona Sonia Madrid Bojórquez, ha llegado a su clímax. Tenía que ser”.

O esta otra secuencia, donde describe con crudeza la situación caótica que se vive en algunos centros regenteados por delincuentes que explotan sin piedad a clientes drogadictos a quienes les vendieron la promesa falsa de su rehabilitación:

“El trato es deplorable, la comida asquerosa y escasa. Te encierran en un baño junto con otros hombres. Tienes que permanecer allí en una especie de bienvenida que más bien es castigo”.

Y así como cuando uno camina el domingo por las calles del centro, o va de compras a El Paso, siempre te encuentras con muchos conocidos, algunos a los que no habías visto en años, en las páginas de este libro aparecen de pronto personajes conocidos, a veces en situaciones extrañas y extremas.

Con la viveza de esta prosa erizada, elegante y alguna que otra vez hasta poética, pude en mi experiencia de lectura ver caminando tan quitados de la pena a mi viejo cuate Andrés Vela escribiendo libros y corrigiendo pruebas de imprenta; a Isauro Canales fumando a lo bestia y haciendo bilis porque se robaron su escultura de la justicia que además estaba de lo más buena; a David García Monroy entregando su texto en la redacción del El Heraldo de la Tarde; a Enrique Perea muriendo abatido por las balas en un llano a las afueras de la ciudad; al oscuro y tormentoso Edmundo Fernández, azote cruel de profesores en tiempos de Barrio, policía federal en pugna contra peces gordos que jamás picaron el anzuelo y jefe municipal contra tiendas de barrio de la droga y muriendo a balazos en el estacionamiento de un Oxxo; al actor Óscar Erives que en el papel del gran inquisidor se convierte en asesino y en monstruo a las luces y la sombra del escenario; al hijo del nuevo burro de oro Rubén Aguilar amenazando al reportero y hallando en este escritor de horma de su zapato.

A cualquier cristiano le parecerá difícil de creer que este es parte del contenido del libro Cronos, y que esta es la vida cotidiana del periodista y escritor Sergio Armando López Castillo. Pero esa es, tal y como se las he contado.

 

 

 

Sergio Armando López-Castillo es egresado de la licenciatura de periodismo de la Universidad Autónoma de Chihuahua y es autor de los libros Quimera de papel, Cronos el otro ángulo de la noticia, Romance de los cerros, La Leyenda del Grande, y coautor de cinco libros más

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