6. La huida… parte 3. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

  1. La huida… parte 3

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Paola avanzó con cautela hacia la escalera que la llevaría a la parte superior de la casa. La luz que entraba por la ventana rota era escasa, pero suficiente para iluminar las sombras que se proyectaban sobre los muros polvorientos. La humedad y el frío la hacían sentir incómoda, pero era una sensación extraña a la que no estaba acostumbrada. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que algo malo estaba sucediendo ahí abajo. Algo la observaba.

De repente, escuchó un ruido. Algo se movía en la oscuridad, algo que no parecía ser un ratón. Se detuvo en seco, con el corazón latiéndole fuertemente en el pecho. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Había alguien ahí abajo? ¿Eran fantasmas, o algo peor, un vivo?

Tomando toda su valentía, Paola se agachó y se acercó a la pared, tratando de escuchar mejor. Un sonido parecido a un susurro, que no lograba comprender. El miedo comenzó a invadirla; sentía que no debería estar allí, pero al mismo tiempo no podía alejarse, pues ya no tenía a donde ir. ¿Qué sucedería si encontrara a alguien viviendo allí, en esa casa abandonada? ¿Estaría en peligro?

Paola nuevamente se armó de valentía y decidió correr escaleras arriba. Con cada paso, el misterio y el terror se apoderaban más de ella, hasta que finalmente llegó a una puerta. Tomó una profunda respiración y la abrió.

Lo que vio la dejó sin aliento. En la habitación había una figura oscura, que parecía estar de pie en el centro. Paola quedó paralizada. ¿Era un monstruo o algo peor? ¿Debería escapar o enfrentarse a lo que estaba allí?

Intentó retroceder cuando la figura se acercó a ella, pero su corazón latía con tal fuerza que le resultó difícil moverse. De repente, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, sin darse cuenta de que las escaleras estaban detrás de ella. Con un fuerte golpe, su cuerpo chocó contra el suelo del sótano y perdió el conocimiento.

Despertó en el sótano, parecía tenebroso y frío, con sombras que se movían como espectros en la oscuridad. Trató de moverse, pero su cuerpo estaba invadido por un dolor agudo que la hacía gemir. Un hilo de sangre resbalaba por su rostro, y fue la confirmación de que algo terriblemente malo había sucedido.

La habitación estaba llena de formas extrañas que parecían moverse con vida propia, como si estuvieran animadas por una fuerza maligna. Paola intentó gritar, pero su voz no salía. Se sentía atrapada, como si algo la estuviera reteniendo en aquel lugar. Trató de controlar la respiración, de calmarse, pero el miedo la consumía. La casa en la que había se había sentido protegida, ahora parecía atacarla.

De repente, una risa siniestra rompió el silencio; Paola confirmo sus sospechas, no estaba sola. Algo o alguien estaba disfrutando de su miedo, gozando de su terror. La carcajada sonaba cada vez más fuerte, más cercana, como si se estuviera acercando a ella.

Paola trató de moverse, pero sus músculos estaban rígidos y le dolían. Era como si estuviera atrapada en una pesadilla sin fin, sin saber si alguna vez despertaría. La risa continuaba resonando en la habitación, como si alguien se estuviera burlando.

Repentinamente se sintió abrumada, una inesperada punzada el estómago. Era algo que nunca había experimentado antes. Se inclinó y se cubrió el vientre con sus manos, en un vano intento de aliviar el dolor. Comenzó a sentirse desorientada, como si estuviera en un sueño. Y de pronto tuvo hambre y sed. No eran las necesidades normales que conocía, sino algo más profundo e insaciable. Algo la estaba consumiendo por dentro, y ella no tenía idea de lo que podría ser.

Entonces una rata peluda comenzó avanzar lentamente hacia ella, su forma oscilaba como si fuera una sombría danza macabra. Paola se sorprendió cuando pudo ver con claridad las venas del roedor, como si fuera un mapa que mostrara el camino a su corazón. Pero entonces, la rata se detuvo y huyo de ella. ¿Había percibido algún peligro?

Nuevamente una risa siniestra volvió a retumbar en la habitación, haciendo que los pelos de la nuca de Paola se erizaran. Era como si la risa la persiguiera, como si supiera quién era y lo que quería.

—¿Quién eres? —gritó Paola, tratando de controlar su miedo.

Una figura oscura surgió de las sombras. Paola se alejó instintivamente, pero la figura avanzó hacia ella con una sonrisa malvada en el rostro.

—Ya lo sabes —dijo la figura con un susurro ominoso—. Soy la presencia que ha habitado esta casa durante años, esperando a alguien como tú. Alguien que tenga miedo. Alguien que pueda sentir mi poder.

—¡Ya basta!

El silencio se adueñó del lugar. La sombra de aquella figura misteriosa se esfumó sin dejar rastro.

—¿Paola? —una voz susurró—. ¿Eres tú quien se esconde tras esa oscuridad?

—¿Quién eres?

 

Continuará.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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