Foto Pedro Chacón
Recuerdas aquellos años
Por Gustavo Hirales Morán
¿Recuerdas aquellos años
de Tijuana a Ensenada
navegando la carretera escénica
que va cortando cerros
junto al mar?
Poco nos fijábamos en la belleza
descomunal de los acantilados
Azul verde el mar
contra el azul del cielo
Recuerdas aquellos tramos
El rumoroso asalto de las
no tan pacíficas marejadas
las gaviotas
La brisa adolescente enamorada
de tu Ford cincuenta y nueve
¿Eh tiempo? No recuerdo
un más ebrio de libertad
recuerdo
Un más verde en los cerros
Apurábamos la exigua
dotación de cervezas
A ciento sesenta kilómetros
por hora
¡Apurábamos la exigua libertad!
Qué tiempos Carlos
La misma brisa marinera
Gringas de dorados muslos
(y desafiantes pechos)
En las playas
Por la carretera
Y en el alma la loca sensación
de que todo estaba al alcance
Era el tiempo de Woodstock
Y las flores
Cuando muchos pensamos
que las cosas
iban a cambiar
Que verdaderamente
iban a cambiar
Que todo sería como lo soñamos
Oyendo aquella vez a Janis Joplin
(La fuerza y el dulzor de sus palabras)
El cuatro de julio del setenta y uno
en la vieja Hussong’s ligando
gringas
Era
la despeinada libertad
La libertad a veces
era un carro robado
Eran sin duda alguna los Stones
cantando Satisfaction
(que en realidad se llamaba
«I can get no satisfaction»)
La libertad ondeando
al viento y las palabras
ebrias de libertad
El fresquísimo viento en
las aletas de la nariz
en los poros
hinchando los pulmones
El ululante viento
en los oídos
murmurando ¡adelante!
vociferando casi
Una loca canción
“¡Es la hora de los hornos
y no se ha de ver más
que la pura luz!”
Íbamos de Tijuana a Ensenada
navegando la carretera escénica
como si fuera el último
día para naufragar
Y nuestras ilusiones nuestros
pequeños amoríos
Las parrandas históricas
que acababan en resacas
O en vergonzantes
confesiones de amor
Y resumiéndolo todo
por encima de todo
los viriles los
entrecruzados juramentos
Las parábolas que nadie
acertó a descifrar
¿Eh tiempo? aquellos
eran ciertamente tiempos tiempos
Más acá de la muerte y de los muertos
Antes de la vida azorrillada
Los Stones en el radio
Un six-pack de Tecates
Y en el alma la loca
(la turbia la engañosa la sensual)
sensación
de que todo estaba al alcance
Quién lo hubiera pensado
Será porque tuvimos mala suerte
pero después la vida
(digamos pues «la vida»)
casi
nos arrancó el pellejo
¿Recuerdas el asombro el cómplice
regocijo por los primeros toques
camarada?
Con lo moralinos que solíamos ser
Te vacilábamos por silencioso
y por militarista
Para qué tanto rollo ‒sentenciabas‒
«Los madrazos son la última
prueba de la verdad»
Cuando nos despedíamos
de la vida normal
con una borrachera
que parecía la última
Nosotros no llorábamos
camarada
Habrás de recordar que presumíamos
de ser los más curtidos los de
«temple especial»
Y lo éramos de algún oscuro
y literario modo
camarada
En la clandestinidad cuando tú ibas
yo venía de modo que siempre
o casi siempre
nos cruzamos sin vernos
Supe de los duros tiempos
Que pasaste en la pinta luego
te habías fugado
Fue estando ya entre muros
cuando oí
los rumores
Los abyectos rumores de tu muerte
No lo quería creer
¡Tanto te habían matado!
¡Tantas veces tan muerto!
Carlos pero esta vez
esta pinche vez
querido compañero
todo fue cierto
cierto
cierto
Todo por el oficio camarada
Todo por la leyenda guerrillero
Tú eras
el mejor entre muchos el más
aventurero
Un despreocupado por la muerte
Justo cuando la vida
vida venía valiendo
“punto menos que madre”
Por eso Carlos qué tiempos
Pienso mientras navego
la carretera escénica
Que aún va cortando cerros
junto al mar…
Gustavo Hirales Morán, escritor mexicano, ha publicado La Liga 23 de Septiembre, orígenes y naufragio, Memoria de la guerra de los justos, El complot de Aburto, Camino a Acteal, Chiapas, otra mirada y Siempre de nuevo. Escribe también periodismo en El Nacional y Unomásuno, Nexos y Etcétera.