Paraíplos de Ricardo Sigala Neologismo de universos paralelos. Federico Corral Vallejo

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Tintanueva

Paraíplos de Ricardo Sigala

Neologismo de universos paralelos

 

 

Por Federico Corral Vallejo

 

 

  1. 1. De encuentros y neologismos

 

Hacía bastante tiempo que no me topaba con un autor que pudiera despertar mi capacidad de asombro en todos los sentidos. Debo confesar que al inicio de la lectura del libro Paraíplos, no hubo conexión; sin embargo, mientras indagaba el índice del mismo, me sorprendió el listado de los títulos: “Del conocimiento. 1, De la búsqueda. 1, Del espejismo del paraíso. 4, De las creaturas. 1, De las generaciones. 7, De la Inmortalidad. 1, De la perdida. 1, y, por último, De las revelaciones 1. “

        La intriga que causó en mí la enumeración y el acomodo de los textos un tanto caótico, fue lo que me invitó a darle no una sino varias lecturas; primero de manera lineal, segundo de manera temática y numeral, y tercero de manera azarosa. Siempre terminando en la página 89 con el texto De las revelaciones. 1, ya citado. Conforme me adentraba en la lectura, creo que me dio Sigalitis aguda, porque la magia de las palabras fue poseyéndome poco a poco, y la arquitectura de la obra me encarceló entre sus barrotes de espectrales imágenes y de excelsas metáforas de principio a fin, lo cual me permitió sentirme reflejado tanto en el fondo como en la forma de Paraíplos.

          Y qué es un “paraíplo” pensé, fui al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y no encontré significado; luego busqué en Google; fue como logré penetrar en sentido del libro, pues ciertamente: “toda búsqueda se basa en señales”.

          Por consiguiente, la pregunta me llevaba a dos vertientes, “Paraíso y Periplo” deduciendo que se trataba de un neologismo literario, el cual definí como un viaje al paraíso y letra a letra mi sensatez iba confirmando mi definición. Lo que más me sorprendió páginas adentro es que el libro está estructurado a modo de viaje, pues uno logra navegar por espacios e instantes diversos y dispersos al mismo tiempo; así mismo también nos sucumbe a emociones particulares y universales por las temáticas que Sigala va desarrollando en su quehacer literario donde “El documento constituye una de las muchas recensiones emanadas de los llamados «paraíplos», o viajes al paraíso, que se dieron esporádicamente desde la Antigüedad…”

          Los mensajes literarios generalmente vienen envueltos en un destello de espejo límpido cuyo contexto es el reflejo de lo que el otro percibe, es por ello que su reflejo es tácito ante la emoción transmitida. Es así como se dan los encuentros de lectoescritura cuando la capacidad de asombro se despierta en todos los aspectos, esos que van más allá de los neologimos que nos hacen viajar a paraísos llenos de ludibrio como Odnocam y Alamoc acompañados de Aíram, en universos paralelos al treno y a la imaginación.

 

 

  1. 2. Del cultivo y la imaginación

 

Son innegable las tantas posibilidades de ingenio e imaginación que Sigala nos convida en su aludida y bien estructurada obra.

       Platón solía decir que: “Todo aquel que se atreve a escribir sin estar poseído por el delirio que este arte exige, creyendo que puede ser escritor tan solo por escribir de acuerdo con determinados recursos técnicos, estará muy lejos de ser un verdadero escriba, pues la técnica de los letrados siempre será eclipsada por aquella que destila pasión y locura divina”. A mi parecer, esta cita gira en torno a la poesía y hablo de poesía, porque además de la pasión, el delirio y la locura, Paraíplos está infestado de poesía en su más pura expresión, pues como escribe el mismo Ricardo: “Ni todas las imaginaciones podrían agotar el primer instante del acto creador…” Pero por qué reducir a la poesía a esta obra plenamente híbrida, por qué catalogarla como microrrelato, si en su interior el lector va encontrándose no solo con la narrativa, sino con la crónica, la minificción, el adagio, la dramaturgia, el aforismo, el ensayo, y la intertextualidad en su modalidad literaria, amén de la ciencia ficción, filosofía y teología… por esto y más es que Ricardo Sigala sorprende, emociona e inspira al posible lector. “La belleza sublime y la fealdad decadente solo pueden definirse por oposición o como ausencia del otro. En este caso baste la imaginación”. No solo nos muestra una cartografía bíblica, o un destino sin camino, o diálogos que nos enmudecen retóricamente de la piel al alma… pues todo cuanto leemos nos arrastra a la reflexión filosófica, recrudece nuestras dudas haciéndonos ir al diccionario a buscar tal o cual definición, hace lo que todo un escritor debiera hacer: “cultivarnos”, por ello, nos avienta al abismo de la lectura para curarnos de la ignorancia por medio de la indagación: “Reflexiona largamente y comprende que nada en todo el universo es tan a su imagen y semejanza.” De pronto creemos que finalizamos la lectura antes de empezarla y entonces naufragamos en nuestras propias hipótesis de lo ido y lo venidero y nos ahogamos en medio del futuro y del pasado, descuidando la plenitud de nuestro presente, por encontrar lo no perdido en una búsqueda infinita, y sí, nos damos cuenta de que: “No somos lo que fuimos ni lo que aspiramos ser. Nuestro pasado es un libro medio escrito, medio olvidado en el tiempo.”

          Después de esto yo me pregunto: ¿Quién soy? ¿Qué quiero ser? Pende entonces nuestro raciocinio de un frágil hilo a punto de la insana poética del conocimiento. “PARAÍSO m. Trozo de cielo caído || Desperdicio de los dioses || Anhelo de los hombres…” RACIOCINIO m. Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad.

       Los mensajes siempre vienen no ocultos, sí envueltos, en un contexto bipolar de extraordinaria rareza, cuya capacidad literaria es cultivarnos, embriagarnos y enloquecernos hasta perder los sentidos poéticamente hablando, por medio del cultivo y la imaginación.

 

 

  1. 3. De la capacidad creadora

 

La capacidad creadora no solo depende de juntar palabras por juntarlas, ni de mezclar colores o notas musicales que nos alegren la estética del alma. Indiscutiblemente depende de la idea primigenia que emerge sin previo aviso del cerebro, del espíritu o del numen. Casi siempre el conocimiento es la base para que las creaciones –en este caso literarias–, tengan unidad, sentido y emoción que nos provoquen entregar el todo por el todo, como decía Óscar Wilde: “La base para el arte es tener respeto y amor al arte por el arte mismo”. Esto aplica en todas las disciplinas.

       Cuando un libro como lo es Paraíplos te incita a escribir, a pintar, a cantar… después de haberlo leído, cumple su cometido, pues su don o su porqué de existir va más allá de lo estético y eso es “inspirar” y por ende está implícito en cualquier obra de arte. “Yo no me siento solitario cuando leo y escribo, aunque ninguno me acompañe”.

          Retomando la idea del conocimiento, el que alcance a verse a sí mismo tiene más posibilidades de transmitir su arte a los demás, y en el caso de la literatura mientras más vivencial mejor, no es que esté en contra de la metaforización, pero me inclino más a la imagen que los creadores recrean por medio de la experiencia. “Nunca. Sí. Nunca es uno de los innúmeros nombres de nuestro destino.”

          El verdadero creador posee la capacidad, no solo de sostener entre sus dedos un sin número de hilos, lo cual no es tarea fácil, menos tejerlos al mismo tiempo con puntadas diferentes; porque hay que asentar que dentro del libro, quizás entre esos hilos convertidos en venas y que nos llevan al corazón del mismo, hay un mínimo porcentaje de autobiografía.

       Aquí encajan los vocablos de Virginia Woolf quien pensaba que: “Si no cuentas tu propia verdad, no puedes contar la de los demás…” y es desde lo particular que Ricardo llega a lo universal, así sin más ni más como un soplo divino, porque siempre he pensado que la originalidad como tal no existe, pues todo está dicho y escrito desde tiempos inmemoriales, pero que la intención es lo que nos lleva a anclar en tierra firme, ya que sin intención no hay literatura; y desde su título Paraíplos es sin duda una obra sui generis que al leerla, no importa el lugar ni el tiempo que ha transcurrido desde su primera edición –2013 para ser precisos–, lo verdaderamente importante es que a pesar y contra de, sigue siendo una obra vigente, lejos está de convertirse en un documento antiguo, más bien se renueva en cada lectura de cada crítico o lector, por lo que cada quien va enjuiciando el contenido del mismo , –o en su defecto, como es mi caso– armando un rompecabezas con el conjunto de observaciones y notas que se van acumulando conforme vamos navegando por ese mar de letras que párrafo a párrafo nos van cultivando sin importar distancias entre puntos o temáticas, pues conforme uno más se adentra, más profundo quiere navegar este periplo en torno al paraíso y todos los tropos míticos, oníricos, bíblicos y filosóficos que lo rodean, porque, dicho sea de paso, la capacidad creadora, metafóricamente, es como una isla siempre rodeada de gotas de agua y granos de arena.

 

 

  1. 4. De los seres paraíploanos

Muchos apuntes se van quedando en el fondo de la memoria y en la punta de la lengua, infinidad de ideas que medio esconden y se asoman. Adán y Eva en eterna anagnórisis con los encuentros sensuales y sexuales, y los desencuentros en Igualdad de género. No hay luchas en un paraíso que no existe, en un lugar que no tiene nombre, donde nunca se ha pensado en la palabra infierno y menos en la victoria. Tan solo “es necesario aguardar a la sombra del árbol que se alimenta de pájaros y da plumas por frutos, esperar la estación de la muda de los ángeles…” donde la ciencia ficción y los aforismos son el numen de cada frase, amén de las figuras retóricas tales como: metáfora, sinestesia, oxímoron, que sirven de escenografía para los destellos huidobrianos y su creacionismo estético. “El sitio del paraíso está sitiado por un árbol cuyo tronco es el cuerpo de un ángel. Al crecer va desplegando sus alas en pos del éter”.

          Estamos pues, frente a un hechizo de lectoescritura, cuyo ritmo y cadencia le suman un placer inusitado a la lectura. Paraíplos es en el fondo un universo interactivo donde la autocrítica es un ludibrio interesante que me hace sentir la más terrible de las envidias, y yo pensaba que de los siete pecados capitales era del único que me salvaba. Y me cuestiono a cada relectura de Paraíplos por qué no se me ocurrió a mí escribir esta maravillosa obra cuyos universos paralelos nos convidan a crear desde la intertextualidad de los hechos. “hay tantas escenas en la vida como memoria en el tiempo. Sin embargo, pocas en el vasto mundo han de compararse con la imagen de un ángel cortando sus alas… pobres seres implumes”.

          Y puedo seguir así, bajo el hechizo de una obra que me desdobla, me descuartiza y hace polvo mi capacidad de asombro, haciéndola esparcirse en todas direcciones. Seguro estoy que desde este instante Paraíplos y Periplos formará parte de mis libros de cabecera.

 

 

Bibliografía

          Huidobro, Vicente. Poética y estética creacionistas, 1ª edición, 1994, UNAM, Colección Poemas y Ensayos, México.

 

          Manríquez, Sylvia Teresa. Voltear la hoja. Volumen uno, 1ª edición, MamboRock editorial, Hermosillo, Sonora, 2022.

 

          Platón, Biografía de Platon, Su Pensamiento Filosófico. 1ª edición, 1986, Porrúa, Colección Sepan cuantos. México.

 

          Sigala, Ricardo. Paraíplos, 1ª edición, Arlequín Editorial, CONACULTA, INBA, 2013, Guadalajara Jalisco.

 

          Wilde, Óscar, Pensamientos y otros aforismos. 1ª edición, 1993, UNAM, Colección Poemas y Ensayos, México.

 

          Wolff, Virginia. Frases sobre el feminismo, la sociedad, la vida y la escritura. 1ª edición, 2019, UNAM, Colección Poemas y Ensayos, México

 

 

 

 

Federico Corral Vallejo. Nació en Parral, Chihuahua. Escribe poesía, ensayo, novela, crítica y canciones. Tiene publicados más de 40 libros, entre las más destacados: En poesía: Vomitar mi muerte. En ensayo: Carlos Montemayor: Finisterra será mi voz para siempre. En cuento: Mujer de humo. En canciones: A capella 440 y en novela: El otro Federico, más allá de la ficción. Posee: Premio Nacional Carlos Pellicer para obra publicada 2002. Premio Programa de Publicaciones 2004 del Instituto Chihuahuense de la Cultura con el libro de ensayo Principios de sensibilidad; Premio AFEMIL-Brasil-hispanoamericano de literatura 2006, por su novela Cartografía de una casa, Minas Gerais de Belo Horizonte, Brasil. Premio Nacional de Poesía XXXIX Juegos Florales de San Juan del Río, Querétaro, 2009 por su obra: Los verdaderos ángeles no tienen alas. Dirige Tintanueva Ediciones desde 1997 a la fecha. Su trabajo poético ha sido traducido al inglés, francés y portugués. Publicado en EUA, Canadá, Brasil, Argentina, Perú, Cuba, España, Puerto Rico, Bolivia y México.

9 comentarios en «Paraíplos de Ricardo Sigala Neologismo de universos paralelos. Federico Corral Vallejo»

  1. Cuando conocí a Federico fue como si no pasará nada, su quietud y seriedad la vi después como una virtud de animación a la creación literaria, entonces descubrí por su mente y su pluma es como si pasara de todo.
    Gracias por la recomendación, ya de entrada vivimos el libro junto a ti, sin embargo es un universo del que podemos gozar individualmente gracias por la invitación.

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