Carmen Amato: escribir para remendar grietas. Margarita Aguilar Urbán

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Carmen Amato: escribir para remendar grietas

 

 

Por Margarita Aguilar Urbán

 

 

En 1999, la artista mexicana Silvia Gruner produjo una pieza que tituló Reparar. Consistía en una serie de veinte fotografías que registraban fisuras en banquetas de cemento intervenidas por ella con tiras de cinta adhesiva suministrada por un dispensador manual.  El conjunto expuesto resultaba conmovedor, por las asociaciones semánticas implícitas: el suelo agrietado implicaba una resquebrajadura del terreno que nos soporta cuando transitamos en nuestro andar por la vida. Significaba, además, la voluntad de reparar esas grietas para continuar el camino. La multiplicidad de las imágenes expuestas en conjunto manifestaba esta actividad repetida, y aun frenética, de no cesar en la restauración de esos daños, como un destino asumido de supervivencia.

El recuerdo de esta pieza llegó a mi mente de manera automática cuando me enteré del título del poemario de Carmen Amato, La grieta (Arde Editorial Chihuahua, 2021). Para mi asombro, supe que este libro también se había basado en un proyecto fotográfico de su autoría titulado Asfalturas y Asfalgramas, del año 2016.

Carmen Amato y Silvia Gruner coinciden en haber recibido de manera impredecible un motivo que las atrapó antes de concebir la obra de arte, ejemplificando lo que el filósofo Luigi Payreson llama “formatividad en el arte”. Esta noción considera que la obra existe como embrión desde el motivo que la dispara, “le ha salido al paso al artista, y se adueña de su mente estimulándola e incluso obsesionándola.” [1]Así sucede con la atracción que las grietas del asfalto ejercieron sobre las creadoras.

Aunque el propósito inicial no hubiera sido significarlas a través de un proceso creativo, ambas reconocieron la profundidad semántica de este deterioro físico del soporte de nuestros pasos. Todavía más asombroso resulta que su intención al penetrar en el significado de las grietas fuera buscar un medio para sanearlas. Gruner utilizó en el título de la pieza el verbo “reparar”; Amato, en su participación en el encuentro Vientos de la Literatura en el Desierto 2022, [2] empleó “remendar”, un vocablo más asociado al arreglo de ropa. Para lograr su objetivo, la primera realizó una intervención de manera directa sobre las placas de cemento agrietadas; la segunda, optó por colorear las grietas digitalmente.

Las dos decidieron salvar la percepción del signo a través de la fotografía. Escribe Amato:

Todo pudo haberse ido por la coladera

de la prisa, pero lo capturó el ojo

de la cámara y lo mantendrá cautivo

hasta la decoloración o el olvido.

(“Todo pudo haberse ido por la coladera, p. 7).

 

Sin embargo, el proceso de la escritora no terminó en el registro fotográfico, ya que las imágenes intervenidas se convirtieron en un nuevo motivo con necesidad de expresarse, por lo que decidió someterlas a un proceso de creación poética colectiva en la ciudad donde radica, Ciudad Juárez, Chihuahua.

La complicada situación social de este enclave fronterizo genera entre los artistas una natural propensión a la solidaridad y el trabajo colegiado. ¿Percibirían los poetas convocados esa voluntad de las imágenes intervenidas para hablar de la esperanza de remendar un tejido social? Desafortunadamente, no conozco los poemas que surgieron de esta segunda etapa del proyecto generado por Amato. Lo cierto es que ella decidió pasar a un tercer estadio, de creación individual, y escribir los 32 poemas de La grieta, 31 de ellos basados en cada una de esas imágenes.

Es cierto que el abstraccionismo aspira a que los colores, las formas, las líneas y los contornos de una imagen visual signifiquen de manera autónoma sin la necesidad de una traducción verbal. No obstante, el ejercicio se justifica como una experimentación lúdica, una suerte de escritura automática a partir de las imágenes. En el caso de La grieta, la voz poética fue encontrando su cauce para explorar los recovecos de la mente y aterrizar en reflexiones filosóficas o divertimentos de seriedad oculta.

Surgen, entonces, las cavilaciones sobre el paso del tiempo “ese espectador de la vida” (Todo pudo haberse ido por la coladera, p. 7), la incertidumbre del tránsito por la vida, la presencia del abismo. Se habla de la soledad, el anhelo de libertad, el calor del amor en oposición a un frío ancestral que cala.

De la misma manera, aparecen el deseo de explorar la identidad femenina con su ligereza, su volatilidad, pero también su temple, sin faltar la experiencia exclusiva de la maternidad. La poeta utiliza la imagen de la resortera

…con que la mano del azar lanza

al nuevo ser a su destino

y ha de encarnarse el alguna piel

de estrellas.”

 (Entre un útero y una resortera, p, 19).

 

Los poemas exploran con soltura el campo semántico de la grieta: hoyo, hendidura, zanja, hondonada, zanja, resquebrajadura y sus derivaciones, abismo, oquedad, ausencia, vacío. Estos conceptos se asocian a situaciones de incertidumbre que desembocan en la concepción de que la presencia del individuo es solo un signo en un relato o en un mito:

¿Quién es ese? si no un signo levantado

de la invisibilidad de sus pasos.

            (¿Quién es ése? elevado y sostenido, p. 23).

 

En esta corriente de connotaciones suscitadas por los poemas, aparece también la línea abstracta; toma forma de río, puente y venas que contienen “la sangre derramada por centurias”, cuya horizontalidad aspira a erguirse (Estoy cobrando vida propia al levantarme, p. 26). Entonces es inevitable llegar a un concepto político en el contexto temporal y social de la autora. La grieta tiene una interpretación de libertad, considerándola como irrupción que abre una línea de acero represiva. La línea es una frontera que se abre por medio de esa grieta salvadora:

 

Y esas que ves luchando por salir

son las palabras, los sueños, el humor,

el germen de la vida, todos cómplices

empujando para construir la grieta

horadada con la insistencia

de lo que quiere vivir enfrente de la raya.

(La represión es una línea, p. 29).

 

El poemario de Carmen Amato es un camino sinuoso como el de las grietas capturadas alguna vez por su cámara. El juego que motivó el arranque va revelando dinámicas de penetración y de escape: se adentra en la oquedad de las hendeduras, luego emerge para encontrar la luz; profundiza y se libera. La escritura se constituye como la herramienta para reparar o remendar, funciones que son la esencia de su misión salvadora:

 

“Mientras este caballo infante

ha hecho de la llanura

una hoja de papel en la que escribe su galope”

(Caballito que trotas libre por la llanura, p. 15).

 

Notas

[1] Payreson, citado por Fabrizio Acciaro, Formatividad e interpretación en la estética de Luigi Pareyson. Revista de filosofía 45 (1): 87-104, 2020, p. 93.

[2] El encuentro de escritores Vientos de la Literatura en el Desierto 2022 se realizó en Ciudad Juárez, Chihuahua del 28 de septiembre al 3 de octubre de 2022.

 

Amato, Carmen: La grieta. Arde Editorial Chihuahua, México, 2021.

 

 

 

 

Margarita Aguilar Urbán es investigadora de arte, poeta y profesora de literatura. Escribió los poemarios Como estación de tren (1988), Algodón en el corazón (poesía infantil, 2012) y Testudina descubre el horizonte (2021).  Ha sido incluida en los volúmenes Voces de tierra (1994), Campos ignotos (1998) y Taller Literario Pablo Ochoa (2009). Como investigadora, escribe artículos para revistas académicas. Recopiló las memorias del artista tarahumara Erasmo Palma en el libro Donde cantan los pájaros chuyacos (1992, reedición 2015, traducción al rarámuri 2018). Su obra Aurora Reyes. Alma de montaña, editada por el Instituto Chihuahuense de la Cultura, fue considerada el mejor libro del 2011 por el suplemento Día siete de El Universal y por la página de crítica literaria Salón de Letras.

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