Un café cargadito llamado Sueños sin epílogo. Rubén Rey

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Un café cargadito llamado Sueños sin epílogo

 

 

Por Rubén Rey

 

 

Enrique Macín es un escritor chihuahuense que nos dejó en 2005 (librándose anticipadamente de la monserga viral contemporánea que nos tiene entre vacunas cuasi improvisadas y encierro continuo), pero cuya obra ha trascendido a lo largo de los años. Uno de sus trabajos más complejos y completos es la novela Sueños sin epílogo, misma que analizaremos en esta ocasión.

Si pudiéramos definir en una sola palabra a Sueños sin epílogo, sería sin duda profusión. El escritor y abogado nos lleva a lo largo y ancho de 600 páginas por un recorrido tan extenso como su libro. Cada palabra de Enrique Macín es una suerte de regalo, envuelto en una narrativa compleja e intrincada. El autor nos hace sufrirla, párrafo tras párrafo, mientras presenta las peripecias de Gutierre (no, no es un apellido mal escrito): un Quijote moderno cuyas andanzas lo hacen atravesar cantinas, mansiones, huertos, pueblos no tan mágicos y mujeres; todo con una parsimonia comparable con el ritmo de la más guapachosa de las cumbias.

Los diálogos se pueden extender capítulos enteros, personajes y locaciones variados, los más juzgones dirán que, haciendo alusión al título, esta novela nos quitó el epílogo, pero no el sueño. Sus tramas y subtramas se desarrollan en contextos históricos y políticos de todos colores y sabores. Es un viaje a través del tiempo y a través de México (Chihuahua incluido, ¡a huevo!), guiado por la trémula existencia del buen Gutierre Matamoros & compañía.

El candor también se hace presente; es notorio que el paso de los años causó estragos en Sueños sin epílogo. Nos referimos a que, con tanta escena narrada tan explícitamente en sagas juveniles, literatura erótica y hasta el méndigo Wattpad, la redacción de Macín (que brilla por su galanura y exceso en toda su novela) nos sale debiendo. No se salva ni por la escena de ducha y sexo entre primos (la cual, en el mejor de los casos, más bien ahuyenta al inocente lector).

¿Qué lecciones deja Sueños sin epílogo? ¿Qué tiene de bueno y de malo una obra tan vasta como la de Enrique Macín? Vamos por partes, como dijo Jack el Destripador. Respecto a…

LO BUENO:

  • Enriquezca su vocabulario nunca cobró tanta fuerza como en Sueños sin epílogo. No hay página en la que Enrique Macín no haga alarde ‒esperemos, de la más humilde de las formas‒ de su tan florido léxico. Es una gran oportunidad para cultivarse, y ya que andamos en esas…
  • También se abordan los chismes más jugosos de la historia de México, a un ritmo ligeramente menos soso que en los libros de texto de la primaria y secundaria (¿todavía les enseñarán la Historia de México en la secundaria, o ya son puras clases de computación y charlas de métodos anticonceptivos?).
  • Con 80ytantos capítulos a disposición del lector ‒entre relatos históricos y las aventuras de Gutierre‒, no dudamos ni tantito que el lector se sentirá como niño en alguna alberca de pelotas del McDonald’s. ¡Viva!

LO MALO:

  • El uso y abuso de las palabras en desuso son el arma algo oxidada que el autor blande una y otra vez, sin lograr siquiera herir a la ignorante bestia que corrompe nuestro cerebrito. De rigor: un diccionario a la mano o, de jodido, el smartphone con la carga al 100, pa’ googlear como loco las mil y una palabras desconocidas que se encontrarán aquí.
  • Como dijimos, este milagrito de casi 600 páginas le avienta una monstruosa cantidad de información a los lectores modernos y/o promedio. El trabajo de Macín es celoso, demandando tiempo, atención y mucho amor. No será amable con el lector, ni pretende serlo desde el primer capítulo.

Sueños sin epílogo fue escrita con severidad, como diría conocida canción de banda, a la antigüita (si desconoce dicho son, usted y yo no podremos ser amigos; es más: ¡le odio!). Pero no juzguemos tan despiadadamente esta enorme novela de Enrique Macín, pues tal y como reza en uno de sus capítulos: “El hombre es el resultado de su herencia y su educación”. Indudable es la formación de este aclamado escritor y dramaturgo, ¡ahora nomás nos falta entenderle!

Macín, Enrique: Sueños sin epílogo. Editorial Instituto Chihuahuense de la Cultura, México, 2015, tercera edición. (Primera edición, 1998).

 

 

 

 

Rubén Rey es licenciado en ciencias de la comunicación, egresado de la Universidad Regional del Norte y tiene una maestría en comercio por el Tecnológico de Chihuahua. Es doctor en humanidades por la UACH. Escritor comercial y científico.

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