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Un Oscar para El Padrino y otro momento clave en la historia del cine, después de medio siglo
Por Viviana Mendoza Hernández
Es extraño cómo los temas llegan cuando una persona tiene tanto de qué hablar. Esta semana dudaba entre el debate generado por la serie de Sandman en Netflix porque a Neil Gaiman, el creador de todo el concepto, se le ocurrió que era buena idea cambiar un tanto a Constantine, aprovechando que él tiene derechos de la abuela del personaje (iba a dejar la frase en «su abuela» como la burla que merecen los que pretenden explicarle al autor por qué se equivocó al mantener el concepto del personaje con solo cambiar el género de quien lo encarnó), mientras analizamos que en el Constantine que encarnó Keanu Reeves fue genial ver a un arcángel (Gabriel) con forma femenina, tal como pasa con Lucifer en esta adaptación de los comics en Netflix.
Es un tema que me atrae mucho. Tanto que casi supera el de invitar a ver Shin Gojira en HBO. La primera película de Godzilla realizada en Japón desde Godzilla: Final Wars (2004) de Ryuhei Kitamura, dirigida por Hideaki Anno (Evangelion) y Shinji Higuchi (Attack on Titan), con el recordatorio de que la versión original fue concebida como una metáfora del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki.
Shin está inspirado en el desastre nuclear de Fukushima Daiichi a causa del terremoto, el tsunami y la fuga nuclear en Tōhoku ocurrido en el año 2011. En esta cinta el enfoque acerca de Godzilla tiene mucho más que ver con la vulnerabilidad humana, la burocracia y los intereses políticos por sobre el bienestar del aquellos a quienes deberían proteger.
Esas eran mis ideas para escribir hasta hace unas horas.
Todo cambió porque la misma persona que recibió mi texto acerca de El Padrino, aproximadamente un par de semanas atrás, recordó que al escribir de La Presa dentro de la franquicia de Depredador mencioné que formaba parte de la historia del cine, al enfocarse en una cultura nativa desde la propia comunidad, llegando a presentar la oportunidad de escucharla en idioma original. Ya sabía que Amber Midthunder, su protagonista conocida como Naru, se tendría que enfrentar a un monstruo peor que el alienígena, la colección de prejuicios que siguen imponiéndose bajo la crítica de la “inclusión forzada”.
Lo que había olvidado es que el tema está conectado con El Padrino, la película de la que hace tiempo quiero escribir y que desde su estreno en 1972 fue un enorme éxito en taquilla y recibió innumerables elogios por parte de la crítica estadounidense. La cinta, basada en la novela del escritor italo estadounidense Mario Puzo, y dirigida por Francis Ford Coppola, sorprendió a medio mundo y fue reconocida con numerosos galardones, incluyendo el Óscar a mejor película y mejor actor para Marlon Brando.
Mi amigo me hizo recordar ese tema gracias a una nota de Scottie Andrew publicada en CNN en español publicada hoy acerca de la disculpa de la Academia de los Oscar a una activista nativo americana de poco más de 20 años llamada Sacheen Littlefeather, que trabajaba como directora de servicios públicos en una estación de radio de San Francisco y jefa del comité local de acción afirmativa para los nativos americanos, estudiando la representación en el cine, la televisión y los deportes. Ella fue vecina de Francis Ford Coppola, quien le pidió que le ayudara a contactar al Marlon Brando para confirmar si su apoyo a la causa de la comunidad nativa era real.
Sacheen Littlefeather tuvo solo sesenta segundos para hablar en los Premios de la Academia de 1973. En su breve discurso, rechazó el Oscar al mejor actor en nombre de Marlon Brando, quien se negó a aceptar el premio debido a la respuesta federal a Wounded Knee, cuando los miembros del Movimiento Indígena Americano ocuparon la ciudad de Dakota del Sur, pero se encontraron con la resistencia de las fuerzas federales del orden público.
La noche del 27 de marzo de 1973, subiendo al escenario en silencio y con calma con un vestido de gamuza, Littlefeather se presentó solemnemente como una mujer apache y presidenta del Comité Nacional de Imagen Afirmativa de los Nativos Americanos.
“(Brando) lamentablemente no puede aceptar este premio tan generoso, y las razones de esto son el trato que la industria cinematográfica da hoy a los indígenas americanos», dijo ante una mezcla de abucheos y aplausos, haciendo una pausa y pareciendo visiblemente molesta. «Ruego en este momento que no me haya entrometido en esta noche, y que, en el futuro, nuestros corazones y nuestros entendimientos se encuentren con amor y generosidad».
En aquel momento nadie sabía qué hacer con eso. Ni la audiencia, ni la prensa ni los 85 millones de personas que miraban por televisión (este fue el primer año en que los Oscar se transmitieron internacionalmente vía satélite).
Para ver el momento, se puede en el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=2QUacU0I4yU
Fue planeado apresuradamente. Media hora antes de ese discurso, había estado en la casa de Brando en Mulholland Drive esperando que terminara de escribir un texto de ocho páginas. Llegó a la ceremonia con el asistente de Brando, minutos antes de que se anunciara el premio al mejor actor. Howard Koch, el productor del programa de los Premios de la Academia, le informó de inmediato que no podía leerlo y que la sacarían del escenario después de sesenta segundos. Así que, con el discurso en las manos, improvisó.
Ahora ella aparecerá en el Museo de Cine de la Academia el próximo mes para hablar sobre su aparición histórica en los Oscar y el futuro de la representación indígena en la pantalla, dijo la Academia.
«El abuso que soportó debido a esta declaración fue injustificado», escribió el ex presidente de la Academia, David Rubin, en una carta a Littlefeather. «La carga emocional por la que ha pasado y el costo de su propia carrera en nuestra industria son irreparables. Durante demasiado tiempo no se ha reconocido el coraje que mostró. Por esto, le ofrecemos nuestras más profundas disculpas y nuestra sincera admiración».
La conducta a la que se refieren, además de bloquear la carrera de la artista, es la situación que se vivió esa misma noche.
John Wayne, asesino en serie de nativos americanos en la pantalla y supremacista blanco autoproclamado fuera de ella, estaba entre bastidores durante el discurso de Littlefeather. “Durante mi presentación, venía hacia mí para sacarme a la fuerza del escenario, y seis hombres de seguridad tuvieron que sujetarlo para evitar que lo hiciera”. Al presentar la mejor película poco después (también por El Padrino), Clint Eastwood bromeó: «No sé si debería presentar este premio en nombre de todos los vaqueros fotografiados en todas las películas del oeste de John Ford a lo largo de los años». Cuando Littlefeather llegó al backstage, dice, había personas que le lanzaban gritos de guerra estereotípicos de los nativos americanos y hacían gestos de cortar con un tomahawk.
Littlefeather está orgullosa del camino que abrió. Fue la primera mujer de color y la primera mujer indígena en utilizar la plataforma de los Premios de la Academia para hacer una declaración política. Hoy casi se esperan, pero en 1973 fue radical. “No usé mi puño (aprieta el puño). No usé palabrotas. No levanté la voz. Pero recé para que mis antepasados me ayudaran. Subí allí como una mujer guerrera. Subí allí con la gracia y la belleza y el coraje y la humildad de mi pueblo. Hablé desde mi corazón”.
En un comunicado, ella calificó el próximo evento, durante el cual recibirá la disculpa en persona, como un sueño hecho realidad.
«Con respecto a la disculpa de la Academia hacia mí, los indígenas somos personas muy pacientes, ¡Solo han pasado 50 años!», dijo. «Necesitamos mantener nuestro sentido del humor sobre esto en todo momento. Es nuestro método de supervivencia».
Ya se sabe que me gusta investigar y por eso complementé la información de esa nota con lo que fue publicado en The Guardian el 3 de junio de 2021 como parte de una entrevista de Steven Rose a Sacheen Littlefeather.
Esto lo estoy tomando en cuenta porque El Padrino fue rechazado por manejar el estereotipo del italoamericano. En este punto me apoyaré en un texto de Rafael A. Piña publicado el 14 de marzo de 2019 en Tomatazos.
Tom Santopietro, autor del libro The Godfather Effect, dijo en una entrevista con Smithsonian que, a pesar de que El Padrino reforzó algunos estereotipos sobre los italoamericanos, también rompió muchos de estos y por primera vez los representó como seres humanos y no como seres de otros planetas, algo muy común en cintas del pasado como Cara cortada. Además, el escritor explica que la cinta lo ayudó a abrazar su herencia italiana y a comprender la experiencia de los inmigrantes.
Siento que ayudó a italianizar la cultura estadounidense. De repente, todos hablaban de Don Corleone y bromeaban diciendo: Voy a hacerte una oferta que no podrás rechazar. Creo que ayudó a la gente a ver que en esta descripción de los italoamericanos había un reflejo de su propia experiencia inmigrante, ya fueran irlandeses o judíos de Europa del Este. Ellos encontraron ese terreno común.
Santopietro cita uno de los mejores momentos del filme para explicar cómo a pesar de que la historia trata sobre criminales, lo que vemos en pantalla son las relaciones de la familia y los otros personajes, el amor de padre e hijo entre Vito Corleone y Michael cuando hablan en el jardín.
Don Corleone tiene ese discurso: Nunca quise esto para ti. Quería que fueras el senador Corleone. Están hablando de cosas horribles. Están hablando de transferir el poder de la mafia. El padre está advirtiendo al hijo sobre quién lo va a traicionar. Pero ni siquiera recuerdas realmente que de eso se trata la escena. Lo que recuerdas es que es un padre que expresa su amor por su hijo, y viceversa.
Este asunto de lo que se desea para la familia es algo que mencioné al hablar de Como agua para chocolate y los traumas generacionales, un asunto que se mantiene en la trilogía de El Padrino hasta su desenlace. Así que me queda mucho por escribir de las tres películas que se pueden ver en HBO Max mientras se hacen los cambios que esa plataforma tiene pensado, ahora que los negocios no van como ellos quisieran.
Título original: The Godfather
Año: 1972
Duración: 175 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Francis Ford Coppola
Guion: Francis Ford Coppola, Mario Puzo. Novela: Mario Puzo
Música: Nino Rota
Fotografía: Gordon Willis
Reparto: Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire, Richard S. Castellano, Sterling Hayden, Gianni Russo, Rudy Bond, John Marley, Richard Conte, ver 22 más
Productora: Paramount Pictures, Alfran Productions.
Productor: Albert S. Ruddy
Premios:
1972: 3 Oscars: Mejor película, Actor (Marlon Brando), Guión adaptado.
1972: 5 Globos de Oro: Película (Drama), Director, Actor (Brando), Guión y BSO
1972: Premios BAFTA: Mejor música. 5 nominaciones, incluyendo mejor actor (Brando)
1972: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actor secundario (Duvall). 4 nominaciones
1972: National Board of Review: Mejor actor sec. (Pacino) y Mejores 10 films del año
1972: Sindicato de Directores (DGA): Mejor director
1972: Sindicato de Guionistas (WGA): Mejor guión adaptado drama
1972: Premios David di Donatello: Mejor film extranjero y Premio Especial (Al Pacino).
Viviana Y. Mendoza Hernández es egresada de la Facultad de Letras de la UACH, es autora de la novela Buscando una vida normal publicada en 2007 por la editorial de la misma universidad, así como algunos textos de sus tiempos como estudiante. Ha participado en diversas actividades de promoción y difusión cultural, así como de lecto-escritura para educación básica. Actualmente colabora (entre otros espacios digitales) en el periódico digital El Devenir de Chihuahua en la sección de cultura y escribe en Estilo Mápula la columna Cine Viv.