Azalia en el bosque. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

  1. Azalia en el bosque

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Aquel año, Azalia se había organizado con unos amigos para hacer una acampada en el bosque, sin saber que a su retorno traería algo, el recuerdo de una experiencia que cambiaria el modo de ver la vida.

Además de ella y de su amiga Mayra, iba Cristóbal, su sobrino, que era estudiante de teología. Todos visitaban por primera vez los apartados bosques de la sierra; contrataron los servicios de un guía, José Romero, un ex militar, un hombre que, además de sus incomparables conocimientos sobre bosques y montes, sabía cantar viejas canciones de Jenny, y narrar historias inquietantes sobre viajeros.

Azalia tomo una bocanada de aire puro. La vida de los bosques era fascinante y a la vez tan misteriosa que podía despertar la curiosidad de cualquiera hacia el lado oscuro. Se encontraban en la penúltima semana de agosto, cuando los pobladores de los alrededores evitan a cualquier costa el bosque.

¿Todavía existe gente que le teme a las brujas?

Aquella noche el grupo, estaba sentado alrededor del fuego. Romero había comenzado uno de sus relatos.

—Las llaman vampiros, pero en realidad son algo mucho peor.

Ajena a todo eso, Azalia permanecía viendo hacia la luna, que esa noche tenía un brillo peculiar. De pronto, un profundo silencio descendió sobre el pequeño campamento, tan atrevidamente que nadie emitió sonido alguno.

—¡El viento ha cambiado! —dijo Romero—. La última vez que lo hizo, nada volvió a ser igual.

—¿A qué se refiere? —pregunto Mayra.

—Los espíritus salen merodear y a veces se enamoran de un alma. Pero no es como el amor humano, esto es mucho más oscuro. Será mejor ir a dormir…

Todos abandonaron su lugar cerca del fuego, a excepción de Azalia. En su pecho crecía una extraña sensación que algo tenía de placentera. Y de alarmante, también. Cuando de pronto salieron palabras de su boca «Ven a mí… aquí estoy». Una idea la hizo temblar.

“¿Qué haría… qué sucedería si yo… sí sucediera algo y no regresara?”.

La oscuridad y la soledad la rodearon. De repente, su corazón se aceleró.

“Ven a mí”

Azalia se dio cuenta de que la voz sonaba muy cerca, lentamente se volvió para oír mejor.

La voz era quejumbrosa y sollozaba en la oscuridad, acercándose cada vez más.

Fue repentino, sin previo aviso, inesperado e indeciblemente espantoso.

Azalia abrió los ojos para descubrir que estaba en un hospital. Habían trascurrido nueve días. Los doctores no encontraron respuesta a lo que le había ocurrido. No había nada, excepto el recuerdo, la presencia y la persistente escancia. No tiene memoria, pero sabe que habita en la oscuridad. Ya no es humana, pero tampoco inmortal. Le fue revelada la hora del juicio, cuando las cenizas se paseen por el cielo.

Hoy la vida es diferente. Con mucha dificultad, apenas puede encontrar sentido a los trazos de su mente.

Una urna… en el noveno día.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela.

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