Los latidos poéticos de Susana Flores. Leonardo Meza Jara

Los latidos poéticos de Susana Flores

 

 

Por Leonardo Meza Jara

 

 

I

Estamos acostumbrados a concebir el corazón como si fuera una sola pieza, un solo pedazo de músculo que late. Pero ni anatómica, ni fisiológicamente, el corazón es una sola pieza. El corazón es un conjunto de músculos, tejidos fibrosos, cavidades y otras estructuras que tienen una existencia específica. El corazón son miles de latidos que atraviesan la vida de lado a lado. Un cúmulo de latidos a los que habría que pensar por separado. Cada latido es un ruido diferente. Esos latidos traen consigo los indicios de la vida y de la muerte.

Es común preguntar por los latidos del corazón, por lo que encierra el ruido que estalla de forma diminuta adentro del pecho. Preguntamos por la fuerza vital que trae consigo cada latido. Pero es poco frecuente que preguntemos por los espacios sin ruido que quedan entre un latido y otro, por los pequeños territorios donde los latidos dejan de escucharse por unas fracciones de segundo. No planteo esta cuestión desde el plano de la fisiología del corazón o del sistema circulatorio, la planteo desde una perspectiva filosófica y poética.

Entre un latido y otro, hay espacios en los que el sonido del corazón deja de escucharse. Hay espacios sin ruido y sin movimiento, que se hunden entre uno y otro de los latidos. Es en estos pequeños territorios donde, en algún momento, el corazón se vuelca hacia la muerte. En los territorios diminutos que se perciben entre un latido y otro podemos encontrar los indicios de la muerte. Es en este lugar, entre un latido y otro, donde aconteció el infarto del padre la poeta Susana Flores, que es mencionado en el poemario Discurso de latidos (Tintanueva Ediciones, 2022). El título de este poemario es bastante señero, cada uno de los poemas de este libro es un latido de la memoria personal de Susana Flores. Y un latido que le sigue a otro es un ritmo. La poesía es un ritmo, es musicalidad en movimiento. La poesía es una serie de latidos, ruidos existenciales que al quedar convertidos en poemas pueden llegar a tener la forma de un estertor, un sacudimiento que nos lleva a rozar el cuerpo de la muerte con la punta de los dedos.

 

II

Al leer el poemario de Susana Flores surgen tres preguntas:

‒¿De qué están hechos los “latidos discursivos” que nos comparte la poeta?

‒¿Qué es lo que está entre un latido y otro, entre un poema y otro, entre una memoria existencial y otra?

‒¿Qué es lo que une a estos latidos, que en la voz de la escritora Susana Flores han tomado la forma de poemas?

En los siguientes apartados planteo algunas respuestas tentativas a las preguntas planteadas.

 

III

A lo largo del libro está presente la negación de la muerte, que se presenta bajo la forma de la desmemoria o el olvido. Los poemas del libro que “discursivamente” tienen la forma de “latidos”, son una negación de los espacios sin ruido y sin movimiento que están entre un latido y otro. Se afirmó líneas atrás que en los diminutos territorios que se ubican entre los latidos del corazón se hacen presentes los indicios de la muerte. Por lo tanto, un latido es una negación de la muerte, es un ruido y un movimiento que rompe con los silencios y la quietud de la muerte.

Susana Flores se niega a que una parte de su historia personal se pierda en los espacios de silencio y de quietud de lo no escrito, de lo no testimoniado, de lo no poetizado. Lo que no se escribe, lo que no es registrado en la memoria de un testimonio, lo que no es poetizado y llevado de esta forma a la belleza, está destinado a la desmemoria y el olvido. Es decir, está destinado a la muerte. La poeta registra pedazos de su memoria personal, y de esta forma los coloca en un territorio donde cada latido de memoria, cada dolor poetizado, es una lucha en contra de la muerte que se manifiesta como desmemoria y olvido. Lo más rotundo de la muerte tiene lugar cuando la desmemoria se precipita hacia el olvido absoluto.

 

IV

El registro de la memoria de Susana Flores, que tiene la forma de latidos poéticos y existenciales, es un discurso lírico. Una característica significativa de la poesía lírica es que brota de la voz del yo. Las historias personales que atraviesan los poemas de Susana Flores están escritas desde una perspectiva lírica, en la que resalta la voz del yo de la poeta.

Aunque es necesario tener en cuenta que la poesía lírica de Susana Flores no es un discurso que se enraiza de forma determinante en la voz del yo. A lo largo de los poemas del libro hay varias voces del tú (la segunda persona del singular), que alternan con la voz de la poeta en un plano dialógico. Entre estas otras voces destacan: la voz del padre, la voz de Miriam, la voz de la madre y otras voces.

No me detengo a analizar la manera en que el yo lírico de la poeta se alterna con otras voces. Lo único que subrayo es que de ninguna forma el discurso lírico que se deposita en la voz de un yo poético tiene una condición solipsista. El yo lírico no es un yo que se hunde en sí mismo de manera abismal, no es un yo que prescinde de los otros, sino que más bien los necesita. El discurso lírico de la poeta Susana Flores no se enraiza de manera determinante en el yo, sino que surge de un diálogo que transcurre a través otras voces.

Los textos del libro son latidos donde la voz del yo se enreda con otras voces, donde la historia personal de la poeta se enreda con otras historias. Los textos del libro que se presenta son latidos que crecen y se expanden, del yo hacia otros, de la historia personal de la poeta a una historia más amplia que nos lleva, por ejemplo, a los huertos, los membrillos, los duraznos y los solares que son parte de la vida del campo en el sur de Chihuahua.

 

VI

En esta parte, es necesario abrir un debate historiográfico. La historia suele ser globalizante y masificante, se escribe para los pueblos o para las naciones. Pero en el siglo XX, una parte de los debates sobre las maneras de entender y escribir la historia comenzaron a poner la atención en lo local en lugar de lo global, en lo personal en lugar de lo masivo, en lo micro en lugar de lo macro. De estos debates se deriva, por ejemplo, la microhistoria, uno de cuyos exponentes más significativos es Carlo Ginzburg, quien en el libro El queso y los gusanos narra la historia de Menochio, un molinero italiano que fue sometido a juicio en el siglo XVII por afirmar que no fue Dios quien creó el mundo. La microhistoria pondera lo personal, lo micro, lo que se niega a ser absorbido por las historias globalizantes y masivas que suelen borrar a los sujetos.

En el poemario de Susana Flores está implícito un debate en contra de la historia globalizante y masiva, que suele borrar a los hombres y las mujeres que tienen una vida común y corriente. La historia es una madrastra despiadada que suele recordar unos cuantos nombres y unos cuantos hechos. Y esta historia, que nos es impuesta por las tradiciones regionales o nacionales, suele convertir en olvido y desmemoria una gran parte de las historias personales. ¿Acaso la historia que se nos impone desde el canon es capaz de registrar la vida o la muerte del padre de Susana Flores? ¿Acaso está historia tiene la capacidad de hablar de Miriam de la misma forma en que lo hace Susana Flores en su libro? ¿Acaso la historia global y masiva tiene la capacidad de tocar las fibras de emoción y belleza que la poeta nos comparte en su libro?

La poesía lírica tiene la capacidad de desplegarse sobre las historias personales, de la manera en que lo hace Susana Flores en este libro. La poesía lírica tiene la capacidad de ser histórica de una forma sui generis. Hay historias personales, memorias personales que solo pueden ser tratadas mediante la belleza de la poesía. Este es uno de los mayores aciertos del libro Discurso de latidos, cuyas metáforas dicen lo que no puede ser dicho por los discursos convencionales de la historia. Poetizar la historia personal a través de latidos que son metáforas, que son un ritmo existencial que se niega a ser depositado en la desmemoria y el olvido, y que se expande como un ruido del alma.

 

Flores, Susana: Discurso de latidos. Tintanueva Ediciones, México, 2022.

 

 

 

 

Leonardo Meza Jara es maestro, crítico, ensayista y poeta. Textos suyos han sido publicados en diferentes medios de circulación nacional y estatal. Tiene publicados los siguientes poemarios: Canto al primogénito (2003), Las ventanas vacías (2003), Desescribir (2004), Poemas para niños no tan viejos (2006), Los bosques del poeta (2008), Los infiernos de Lázaro (2011), Más acá de la infancia están las cosas (2013) y No sé si aún te llames Carlos Marx (2016), con el que ganó el Premio Latinoamericano de Poesía Jorge Calvimontes y Calvimontes. En el género del ensayó publicó el libro Carlos Montemayor. La casa que se habita (2010).

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