Cheek to cheek. Jaime González Crispín

Cheek to cheek

 

 

Por Jaime González Crispín

 

 

Cada tarde-noche, reunidos en casa de nuestros padres, en la mesa del comedor, nietos e hijos tomamos el té junto con la abuela.

Nadie dice nada. Solo escuchamos y sonreímos, concientes del difícil momento por el que ella pasa.

Hace un mes que el abuelo murió y, sin regateos, abuela aceptó venir unos días a casa de mis padres. Cargó consigo algunas de sus cosas, entre otras el perchero donde el abuelo colgaba su elegante gabardina gris, la que trajo de Barcelona en 2011, cuando ambos paseaban por La Rambla catalana. Trajo un pequeño reproductor de música que, por el momento gris y la pena de su pecho, parecía algo absurdo. Ah, también el impermeable del abuelo, claro.

Cada noche, mi abuela nos muestra de qué está hecha. Firme, con voz suave, nos platica de cosas del mundo con la mirada y la sabiduría de los ancianos. Nos pinta panoramas que, por nuestra edad, no vemos cercanos. Ella es linda, y hasta puedo ver que ni la ausencia del abuelo la dobla.

Cuando yo sea grande quiero ser como ella, me digo.

Después de platicarnos largo y lindo, se pone de pie, sin ayuda de nadie. Toma su bastón, se despide sonriendo: Buenas noches, nos dice. Y llega a su dormitorio. Pone la música, muy bajo, apenas para su goce. Siempre, siempre, siempre se oye la voz de Ella Fitzgerald que canta la vieja canción del negro Armstrong, Cheek to cheek.

La abuela la canta a la par, luego de ponerse su bata azul, una gota de rocío de perfume en su cuello de cisne y apenas un poco de rubor en las mejillas; va luego hasta el perchero, lo abraza junto al impermeable dispuesto y baila lento, como lo hizo con el abuelo, chek to chek, mejilla con mejilla.

Heaven, I am in heaven, and my heart beats so that I can hardly speak…

Amo a esa mujer.

Cuando sea grande quiero ser como ella.

 

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Jaime González Crispín es profesor, por la Escuela Normal de Durango, con grado de Iicenciatura. También estudió en el Taller de Escritura Narrativa, en la Universidad Juárez del Estado de Durango y en el Taller Levriano de Escritura, Querétaro. Ha publicado los libros de cuentos Matemos al curaAlambre de Púas y Trece veces por minuto. Están inéditos sus novelas Eva Gorrión, o la monja que mató a su hermana y Casi quince, además de su libro de cuentos El mal samaritano.

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