Debí haber sabido. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

  1. Debí haber sabido

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

No es inverno ni es verano, es un simple momento que todo lo ha cambiado. Paola ha decidido no pensar más en el tiempo. Hace un mes, sus padres se fueron de segunda luna de miel y le tocó quedarse con su madrina. Lo que de inicio serían dos semanas, se volvió una estadía permanente, pero se prometió no pensar en el hecho que había trastocado su vida.

Entro en la cocina a prepararse el desayuno, sonrió al ver la nota de Susana pegada al refrigerador.

 

Animo mi Pao. Hoy es el inicio de una nueva aventura. Te deje dinero sobre la mesa. Nos vemos por la noche.

 

Susana era su madrina, una apreciada doctora. Su agenda siempre estaba llena. Sus hijos hacía tiempo habían volado del nido y ahora estaba ella.

Pero a esta hora solo importaba terminar lo antes posible su tostada e iniciar el viaje a la escuela.

Si había algo a lo que tenía miedo Paola, era a los inicios. Su mente volaba e imaginaba, en ella ocurrían situaciones fuera de contexto, como conocer nuevos amigos, los nuevos maestros, o aprender donde estaba cada materia. Pero lo más la aterraba eran las miradas, había aprendido a no prestarles atención. Después de lo ocurrido con sus padres, sentía que la gente la observaba aún más.

Deseaba en lo profundo que volviera una pandemia que los volviera a encerrar. Tal vez así pasaría al anonimato. Pero con su suerte no lo conseguía.

Miró su reloj y, aunque sabía que debería apurarse, salió de la cocina y entró en la habitación de Susana, donde había un gran espejo. Tomo un respiro y se puso frente a él.

Con un metro setenta centímetros, por encima del estándar, su cabello negro y ojos cafés, sumados a un peso promedio, la hacían verse común y corriente. Se acomodo la chaqueta negra y se apresuró para ir a la escuela preparatoria.

Particularmente no se sentía hermosa como se veían otras. Tenía apenas quince años y estaba lejos de verse como las chicas de los animes y mangas. No era lo suficientemente bonita para sobresalir.

Lo que Paola no entendía era que había algo más. Sin saberlo, algo en ella provocaba las miradas de la gente. Llego rápido a la escuela y fue recibida por el caos que provocaban los gritos y empujones de cientos de chicos. Aquella mañana Paola se preguntó: “¿Por qué yo?”

Saco de su mochila y revisó su horario. No perdió más tiempo e ingresó al aula que le correspondía. Suspiro con alivio cuando finalmente se sentó en el pupitre.

Dos chicas la miraban desde sus lugares. Paola tuvo ganas de levantarse y sentarse en otro sitio, fuera de su vista, pero optó por sacar su celular y ver videos en tik tok. «Excelente».

Posiblemente 15 minutos después, se escuchó un ruidoso timbre y Paola se dio cuenta de que era hora de guardar su celular. Su infierno estaba por iniciar. «Que esto pase rápido».

—¡Bienvenidos a clase de historia! Soy el profesor Gutiérrez…

El profesor había hecho una actividad con el fin de que todos se conocieran. Cada uno de los alumnos pasaría al frente y relataría una breve semblanza de su vida hasta aquel momento. Conforme se acerca su turno, Paola sentía que no podía respirar. Le aterraba el hecho de tener que hablar sobre sus padres y generar más miradas sobre ella.

Un segundo timbre fue como el aleluya. Tomo sus cosas y arrastró los pies hacia la salida. Deseaba perderse lo más pronto posible y llegar a la siguiente clase.

Tres chicas se abrían camino por el pasillo y tardó en darse cuenta que se trataba de las chicas más populares de tercer grado. Se había unido a los cientos que las miraban, no se percató de que un muchacho iba en colisión suya. El tipo la empujó con brusquedad e hizo que se le cayera el contenido de su mochila. No perdió tiempo y se agachó a levantarlo todo. Nadie le ayudo, ni el chico con quien había chocado se detuvo a disculparse. Cuando hubo guardado todo, se acomodó el cabello y escuchó risas. No deseaba hacer eco con ello por lo que se alejó lo más rápido.

“¿Nos ayudarías a salvar el mundo?”

Paola se giró su cabeza al escuchar la voz en su oído. No había nadie.

(Continuará).

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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