La noche se diluyó en los rosáceos dedos de la aurora. Sergio Torres

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La noche se diluyó en los rosáceos dedos de la aurora

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Domingo en la mañana. El sol se levanta y me parece somnoliento. Anoche estuvo intenso, la fiesta estelar a la víspera de la celebración de este día se prolongó hasta que la noche se diluyó en los rosáceos dedos de la aurora. En el corazón, el recuerdo de Comino, doña Chuyita, late constante, rítmico, arrítmico, más bien. La veo en mis manos, en el espejo, en la brutalidad con que decido dar un giro de timón a la vida. La veo en mis hermanos, los ocho, la veo en la Cande, en la Justina. La veo en mi cuaderno cuando escribo con esas letras redondas con que llenaba renglones de medidas para costura, cintura, pecho, hombro, codo, puño, sisa, manga… Es un misterio que, al dejar de latir en un cuerpo mortal, tu presencia se haya diluido en el universo y permanezca en todo lo que vivo, a cada paso que doy. No sé dónde estás ni que haces. Me gusta creer que estás feliz. En presencia de tu Dios y en paz. Me gusta creer que eres libre del dolor y la perturbación de los sentidos. Hoy cumplirías 82. Descansa, Comino.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

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