Lección 31
El haikú clásico
Matsuo Basho es el primer maestro del haikú. Nació en una época especialmente apropiada para que su genio poético floreciera y fuera debidamente apreciado. El régimen militar que gobernaba de hecho, aunque aparentemente en nombre del emperador, había logrado la pacificación del país. Instaló la capital en Edo y dividió la sociedad en cuatro clases que no podían mezclarse entre sí: los samuráis o guerreros, los campesinos, los artesanos y los mercaderes que estaban en lo más bajo de la escala social, desdeñados por la casta militar gobernante que consideraba deshonroso ocuparse de las transacciones económicas. Pese a este desprecio, el auge de los comerciantes y el surgimiento de una burguesía acomodada fueron factores decisivos en la sociedad japonesa. Y así como el teatro No y la ceremonia del té fueron las aportaciones culturales que la clase samurái dio a su patria, la nueva cultura burguesa, de la que nobles y guerreros hacían mofa, produjo un teatro popular distinto, el Kabuki, el arte de la xilografía o de la impresión con tacos de madera y una literatura rica y original en la que destacaría, a partir de entonces, un nuevo tipo de haikú.
Buson (1715 – 1783). Shiki (1866 – 1902). Basho (1644 – 1694). Ranko (1726 – 1799). Oemaru (1719 – 1805). Ransetsu (1653 – 1707). (Versiones y nota de Nuria Parés).
1
Noche estival:
de nube en nube, rauda,
la luna va.
―Ranko
2
¡Qué gran delicia
en su abanico blanco
para la vista!
―Buson
3
Lluvia discreta:
ocultas todo, menos
el puente Seta.
―Basho
4
¿Venís a picar
mis ojos aún con vida?
¡Moscas, callad!
―Shiki
5
¡Vengan heladas!
Tras de los crisantemos
no importa nada.
―Oemaru
6
Tan arrogante
tras las lluvias de junio.
¡Templo brillante!
―Basho
7
¡Rocío, perlas,
saltad jugueteando
entre la hierba!
―Ransetsu
8
¿Qué árbol en flor
emana este perfume?
¿Qué árbol en flor?
―Basho