Lectura de verano en el transporte público
Por Erbey Mendoza
Ríspido e in-
hóspito sea el verano, de in-
soportables angustias:
hogueras de salir a la calle y en-
contrarse con grados y más
grados Celsius o centígrados,
como si a estas alturas del ter-
mómetro, importara algo lo
métrico del sistema.
(Sentado en el camión,
yo leía alguna cosa,
o intentaba leerla).
Ínclita, per-
ínclita y trans-
parentemente aperlada,
fue la gota de re-
frescante sudor
que vi bajar por la entre-
pierna de la joven mujer
(en falda)
y que, tímida, ella inter-
ceptara con la mano
para secarla y ponerle fin
a su húmeda trayectoria.
Húbeme, entonces, pre-
cipitado a cederle el asiento:
(parado en el camión,
abandoné la lectura).