Rollos cortos
La pintora de los ojotes
Por Luis Raúl Herrera Piñón
¿Cuento de hadas sin hadas? ¿Comedia? ¿Caricatura? ¿Drama? ¿Biopic? Estas preguntas hay que hacerlas si queremos clasificar Big eyes, la inclasificable película de Tim Burton.
En San Francisco, en la década de 1950, Margaret deja su marido, llevando consigo a su hija y a sus pinturas. Un domingo, mientras vende sus cuadros de niños y niñas con grandes ojos, se encuentra con el supuesto pintor Walter Keane. No tardan en tener una relación amorosa y en casarse, y ahí es donde comienza la tragedia de Margaret: su nuevo esposo es un hábil vendedor que la manipula para hacer pasar los cuadros de ella como suyos. Con la fama llega el dinero, pero la mentira crece cada vez más hasta un punto en que Margaret decide revelar el secreto, pues desea ser reconocida como la pintora de “los niños y niñas de ojos grandes”.
Sin duda, Big eyes es una película muy bien filmada. Resulta sobresaliente el diseño de arte, las ambientaciones y los colores utilizados, muy de las épocas de los 50 y 60 del siglo pasado. El filme exuda colores por todas partes, tantos y tan suaves que le imprime un toque muy de cuento de hadas, algo que contrasta con la idea de que lo que se cuenta es una historia terrible, en la cual, en el mundo de la pintura de la época, en Estados Unidos ser mujer imponía un impedimento para logar el reconocimiento de la crítica y el éxito comercial; además del infierno matrimonial que supone convivir con un esposo abusivo.
Lejos de desarrollar una historia que emocione hasta las lágrimas al espectador –pues los hechos reales en que está basada la película dan para eso y más–, los guionistas, Scott Alexander y Larry Karaszewski, se limitan a escribir una historia previsible, demasiado obvia y carente de profundidad en lo que se refiere al desarrollo de los personajes, especialmente el del esposo abusivo, que se queda en mera caricatura de villano.
Aunque se agradece –y mucho– que una película cuente con una buena banda sonora, en Big eyes hay demasiados temas instrumentales –compuestos por Danny Elfman, creador del tema de Los Simpsons– y muchísimas canciones, que invaden prácticamente cada escena, el exceso impide que llegue a producirse la tan necesaria empatía entre personajes y espectadores.
El valor que tiene Big eyes –independientemente de los meramente cinematográficos– es dar a conocer la historia de la pintora Margaret Keane, quien luchó en las cortes estadunidenses y ganó el derecho de ser reconocida como autora de las pinturas de niños y niñas de ojos grandes, que tanto furor causaron a mediados del siglo pasado e influenciaron a muchos artistas posteriores.
Estamos ante un filme que merece ser visto, porque, además de entretener, logra transmitirnos una historia con cierto contenido.
Título original: Big eyes. Duración: 106 minutos. Año: 2014. País: Estados Unidos. Director: Tim Burton. Reparto: Amy Adams, Christoph Waltz, Danny Huston, Jon Polito. Dónde ver: Disponible en Amazon Prime Video y en Youtube con audio en español.