Dintel de Almudena
9.- Soy Salvador
Por Almudena Cosgaya
Todas las desgracias que hubieran podido suceder habían recaído sobre su auto, y en medio de la nada, supo que solo podía sostenerse a sí mismo. Abandonó el coche, tomó sus esperanzas y comenzó a caminar. Recuerdos lo bombardearon, si tan solo hubiera prestado atención…
—El caso no tiene explicación —dijo Salvador cerrando la carpeta—, si consideramos que la señorita Azalia nunca había acampado y que pudo haber sido consecuencia del aire fresco… aunque, por otro lado, según sus amigos nunca había manifestado algún episodio violento y que siempre ha sido una mujer tranquila. Los hechos parecen indicar que Azalia padeció un ataque repentino de locura que la llevó a comportarse de la forma en que lo hizo.
—¿Ataque de locura? —preguntó Nancy con incredulidad—. Desde mi punto de vista, esto es algo sobrenatural, algo a lo que tú, Chava, reconoces demasiado bien.
—Es cierto —repuso—, nosotros hemos expulsado a varios seres y hemos visto cosas que no nos hacen personas normales. Aún puedo sentir sobrecogerse mi pecho con el recuerdo de aquella arquitectura gótica, incluso un siniestro terror. Presencias del bajo astral que sienten estimulantes las viejas edificaciones que parecen aspirar al cielo.
—Es por eso mismo, el caso de Azalia es mucho más de lo que parece —Nancy suspiró—. ¿No es este un caso más espiritual? El espíritu que dominaba el mundo antiguo está despertando… ¡Chava!
Salvador salió apresuradamente de la habitación para entrar al cuarto de baño. Necesitaba refrescarse. Mojó varias veces su rostro, antes de mirarse en el espejo. Sabía que la imagen debía purgarse, por lo que repitió un nombre antiguo siete veces. Y supo que lo había logrado cuando su faz en el espejo comenzó lentamente a ser reemplazado. Y de algún modo comunico sus pensamientos.
En el reflejo, apareció una persona completamente distinta; el rostro había enrojecido y los ojos refulgían como si traslucieran un estado de felicidad.
—Aun puedo ayudarte a obtener el Cielo… pero debes responder a mis pensamientos.
El reflejo torció su rostro, sintiendo la eternidad del dolor terrenal, y luego respondió:
—¡Ja, ja, ja!… ¡Esos son juegos de niños, no hay ningún crimen! En sus andanzas, Azalia escuchó los susurros de la urna. Un juego de niños es eso que hace la gente que, confiada sumerge sus sueños en la oscuridad vacilante.
—¿Urna?
—Es el abismo y la eternidad. La puerta y la llave. Mas un engaño diabólico lo atrae al fondo. Allí ve lo que él quiso contemplar arriba, más allá de las estrellas. El tiempo está por llegar. Busca al poseedor del halo y te llevará a la llave. Azalia sabe la hora. Ahora di tu plegaria, mi momento ha llegado.
Salvador hizo prometido y el reflejo desapareció. Afuera lo esperaba Nancy.
—¿Lo has vuelto a hacer?
—Ya no hay más tiempo…
Ayer, a la luz del sol, Salvador preparó sus cosas y subió a su auto. No es un detective, pero le gusta estar indagando en las profundidades de los espíritus heridos de muerte, cuyo lamento solo puede reflejarse frente a él. Con el corazón confundido enciende el auto y arranca.
¿La antigua guerra es cosa de Dios o del diablo? ¿Acaso nuestro pecado ha sido ser creados a su imagen?
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela.
Muy buen escrito, muchas gracias x hacer volar nuestra imaginación.