Dintel de Almudena
4B. Algo no está bien… parte 3
Por Almudena Cosgaya
Los murmullos invadieron el sitio, miradas de miedo e indignación se concentraron en Paola. Y pesé a todo, no había un silencio sepulcral.
—Vuelve a ponerme las manos encima y te juró que no tendrás la misma suerte —dijo Billy con enojo—. Te voy a hacer pedazos.
—Entonces tienes misma la respuesta. Ninguno se atreva a molestarme —dijo Paola con rabia. El sonido de su propia voz la conmocionó. Había cambiado; era más profundo, más primitivo—. No provoquen que entrene con ustedes.
—Basta… ¿Qué sucede aquí? —gritó de pronto un profesor.
Un instante después, Paola era conducida a la oficina de director. Escuchó una buena cátedra de conducta y buenos relaciones entre estudiantes antes de que pudiera salir de ahí con una primera llamada de atención.
A la hora de almuerzo se dirigió a la cafetería. Se percató de que estaba repleta y entonces una idea paso por su cabeza… Erick. Tenía que encontrarlo.
Comenzó a caminar entre la gente buscándolo. No estaba. La desesperación y el cargo de conciencia la acosaban. Debió haberse quedado a su lado, llevarlo a un hospital o haber llamado a una ambulancia.
La esperanza desapareció con el último sonido de la campana que anunciaba el fin del día. Erick nunca apareció.
Regresó a casa, no había ánimos ni nadie en la calle. Paola pensó que aquello realmente habría sido una tarde como cualquiera otra. Así había ocurrido con sus padres y se preguntó, ¿Una ruta diferente lo habría cambiado todo?
En cuanto sus pasos resonaron sobre el suelo de aquella calle inexplorada, sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. La temperatura descendió en un parpadeo y Paola se sintió acobardaba, pese a su recién encontrada valentía. ¿Acaso un presagio?
La calle se hizo más larga y le daba la impresión de que las penumbras se habían oscurecido más aún, y eso le impedía buscar la salida.
Por más que se esforzaba en convencerse de que su casa se hallaba a pocos metros de distancia, no dejaba de imaginarse deambulando por calles embrujadas, volviéndose parte del folclor. Entonces le pareció ver que algo se movía entre los árboles próximos y tembló.
Un silbido lejano hizo que se girará.
—¿Paola?
Paola saltó del susto. Frente a ella se encontraba Erick.
—¿Erick?
Paola pudo ver al chico, traía gafas oscuras y se notaba su piel inflamada y con golpes. La emoción se apoderó de ella, una sensación nerviosa nació en su estómago. Tenía muchas preguntas que hacerle.
¿Qué había ocurrido?
¿Por qué lo habían atacado?
Pero las palabras no podían salir de su boca.
—Te extrañé hoy en clase.
Continuará.
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.
Excelente como siempre. Muchas gracias…..
Todo un misterio, más preguntas que respuestas. Feliz inicio de semana…