Tú no lo sabes, corazón, pero hay cosas que llevan tu nombre. Sergio Torres

Tú no lo sabes, corazón, pero hay cosas que llevan tu nombre

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Tú no lo sabes, corazón, pero hay cosas que llevan tu nombre. Hay canciones sin letra que te he escrito y que no puedo cantarte. Hay dibujos que he trazado en mis cuadernos que tampoco puedo darte porque sé que ni me haces en el mundo, a mí, que soy telón de fondo en el drama apasionado de tu vida.

En mi cabeza soy D’Artagnan, don Juan y Jaime Oliver, un héroe, un conquistador y un cocinero amoroso. Escribo porque siento que dejo de respirar cuando tengo tanto por pensar y decir, y tan pocas palabras para expresarlo.

Hay muchas cosas de mi día que llevan tu nombre: la taza de café en la mañana, por la manera de prepararlo o por el brillo de miel clara en la superficie del café, o por el aroma de canela y leche bronca, o por el olor de albahaca recién cortada de un parche de tierra lleno de hierbas aromáticas.

Estás en el libro que leo, en el separador, en los subrayados con lápiz de algunas frases, en la traducción de alguna palabra al francés, porque tu español, tu castellano, es tan mocho como mi francés. Ahí vamos los dos, discapacitados lingüísticos, entendiéndonos a señas y besos, a guiños y apretones de manos.

Estás en mi camino diario a misa, ¿quién lo hubiera pensado? voy todos los días a tocar misa de 7; en las rayas de la banqueta y el pavimento, en los escalones que bajo o subo para llegar al coro del templo y la pedalera del órgano, antiguo como yo, eterno como Dios.

Estás en mi guitarra, que me deja acariciarla a diario, aunque toque las mismas dos canciones: la que casi me aprendo y la que estoy a punto de olvidar. Dicen mis nietas que es la misma canción, pero ellas no entienden de la memoria de los viejos como yo, que tenemos una clasificación precisa de lo que merece ser olvidado y lo que pertenece a la memoria eterna, la que no se desgasta, la que palpita con el corazón y se desdibuja con cada respiro.

Estás en la pluma fuente, recuerdo de días más prósperos, en los trazos con que evado un poco la realidad emergente y atiendo las postreridades humanas.

Aquí estás, bajo cualquier nombre, como mujer para mi ser hombre, compañera de pasillo y escaleras, palpitar de mi corazón, luz de mis ojos, lámpara de la eternidad. Estás, siempre estás, aunque te hayas ido.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

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