Resulta que el mundo cambia, aunque realmente sigue así, con sus montes y sus valles, sus desiertos crecientes y sus líneas de pasto
Por Sergio Torres
Resulta que el mundo cambia, aunque realmente sigue así, con sus montes y sus valles, sus desiertos crecientes y sus líneas de pasto creciendo debajo del concreto. Hay flores naciendo en lugares sorprendentes. La vida nos sigue sorprendiendo.
Va desapareciendo la tierra debajo del concreto de las ciudades, va desapareciendo el canal de riego, el sembradío, la oscuridad realmente del campo desde la que es posible ver mejor las estrellas y los planetas moverse en la bóveda celeste. Van desapareciendo los abuelos, los padres, los amigos, en un orden aleatorio, tan bien organizado que nadie espera ser el siguiente, todos esperan seguir aquí mañana, pasado mañana y toda la semana.
El mundo se mantiene en su órbita mientras los hombres hacemos la paz, el amor, la guerra, y dividimos la tierra para unas tribus sobre otras. Sembramos terror y rencor, enojo y división. La vida es tan generosa que nos permite que estas siembras prosperen y se multipliquen.
A la par, hay corazones que siembran amor.