Lección 35
El haikú clásico
Una mañanita fresca de 1686, cuando Basho se hallaba en un jardín rodeado de sus alumnos, el leve rumor que hizo una rana al saltar al agua le hizo exclamar: “Kawazu tobikomu mizu no oto” que traducido literalmente significa “rana salta al agua sonido”. Esto fue reconocido en seguida como los dos posibles últimos pies de un haikú y después de múltiples deliberaciones y sugerencias de todos los presentes, el propio Basho lo completó con las palabras “fuente vieja”. Así, según cuentan, nació el haikú que los japoneses consideran el mejor, más profundo y sutil de todos los tiempos: “A la fuente vieja salta, veloz, la rana: el agua suena”. Cuando nos enteramos de que los críticos más competentes se han ocupado de este poema y han hallado en él los más diversos, profundos y esotéricos significados, no nos queda más que admitir la tremenda distancia que nos separa de esa poesía cuyo máximo exponente, el citado haikú de Basho, suena a nuestros oídos tan solo como la constatación de un hecho trivial.
Issa (1763 – 1827). Buson (1715 – 1783). Basho (1644 – 1694). Hokushi (1665 – 1718). Yasui (1657 – 1743). Ryusui (1691 – 1758). Ryota (1718 – 1787). (Versiones y nota de Nuria Parés).
1
Luna en el pino,
la cuelgo, la descuelgo,
siempre la miro.
―Hokushi
2
La nube oscura
se desfleca en la noche.
¡Claro de luna!
―Basho
3
Hay que dar gracias:
esta nieve en mi colcha
del Cielo mana.
―Issa
4
Cae lluvia fina,
charlan capa de paja
y una sombrilla.
―Buson
5
Gansos salvajes,
sé que comen el grano
¡mas cuando parten…!
―Yasui
6
Con este frío
la luna en el estanque
¿se habrá dormido?
―Ryusui
7
¡Día: sé sombra!
¡Noche: sé luz!
Las ranas croan
―Buson
8
Mundo extraño.
Las flores, en tres días
cambiaron tanto.
―Ryota