Lección 33

Lección 33

 

 

El haikú clásico

 

Al salir del monasterio de Koyasan, Basho realizó constantes viajes. Para él los viajes fueron siempre disciplina vital y sistema de pensamiento. A los 30 años se instaló en Edo, la nueva capital; dueño ya de un nombre conocido, abrió una escuela y tomó como primer alumno a Kikaku, hijo de un rico mercader, que no tardaría en alcanzar fama merecida. Existe una anécdota que ilustra la forma sutil en que Basho ejercía su enseñanza y orientaba decididamente el camino que tomaría en haikú. Cuenta que en cierta ocasión en que maestro y discípulo paseaban por el campo, observaron una libélula roja posada en una vaina de un pimentero. Kikaku compuso entonces el siguiente poema: ¡Exenta de alas, esa roja libélula sería vaina!

Pero el maestro le corrigió diciendo:

—¡No! Eso no es un haikú. Si quieres componer uno con ese tema debes decir: ¡Si un par de alas brotaran a esa vaina, sería libélula!

 

Yayu (1701 – 1783). Issa (1763 – 1827). Hyakuchi (1748 – 1836). Shiki (1866 – 1902). Ranko (1726 – 1799). Buson (1715 – 1783). Basho (1644 – 1694). (Versiones y nota de Nuria Parés).

 

1

Salen a un tiempo

las estrellas, las ranas,

estanque y cielo.

―Yayu

 

2

En todas partes

florecen los ciruelos.

¡Qué buen viaje!

―Buson

 

3

Es una gota

de rocío este mundo,

solo una gota.

―Issa

 

4

En compañía

de quien sabe callar

gozo la brisa.

Hyakuchi

 

5

Bebiendo niebla,

entretejiendo nubes,

la alondra vuela.

―Shiki

 

6

Hay tanta nieve

que contemplarla ahora

ya no se puede.

― (Anónimo)

 

7

Junquillos secos,

día tras día al agua

los lleva el viento.

―Ranko

 

8

En primavera

el agua entre mis manos

me da dentera.

―Basho

 

JChM Taller Literario, octubre 2015

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