Lección 32
El haikú clásico
A los ocho años de edad Matsuo Basho, nacido en una familia samurái, fue enviado a servir al señor de un gran castillo en Iga, al sur de Japón. Allí fue destinado como paje del hijo del noble, el joven Sengin que era un poco mayor que el propio Basho. Ambos muchachos vivieron en gran amistad bajo la tutela de Kigin, poeta y preceptor del joven noble, de quien Basho aprendería el arte de la composición poética.
Al parecer Basho empezó a escribir versos a los nueve años, pero el más antiguo que de él se conserva fue escrito cuando contaba trece años de edad y adolece del defecto común de los haikús de la época: el valor fincado casi exclusivamente en el ingenioso juego de palabras.
Sengin murió repentinamente en 1666 y dos meses después el inconsolable Basho renunciaba al mundo entrando al monasterio de Koyasan en donde permaneció cierto tiempo.
Kikaku 1660 – 1707. Onitsura 1660 – 1738. Buson 1715 – 1783. Raizan 1653 – 1716. Basho 1644 – 1694. Moritake 1452 – 1549. Soin 1604 – 1682. (Versiones y nota de Nuria Parés).
1
En la pelea
el gallo es un león:
¡ved su melena!
―Kikaku
2
La primavera:
el sol, los gorriones
revolotean.
―Onitsura
3
Zarza florida,
igual que en los senderos
de mi provincia.
―Buson
4
Por las persianas
entró un soplo de otoño,
tiembla la llama.
―Raizan
5
En yerta rama
un cuervo se ha posado,
campiña helada.
―Basho
6
¿Se alzan airosas
las flores que cayeron?
¡No! ¡Mariposas!
―Moritake
7
Claro rocío
cae sin mirar en dónde,
en cualquier sitio.
―Soin
8
¡Cuántos recuerdos
me traen los capullos
de los cerezos!
―Basho