Columna de Acuña
El Verano
Por Leoncio Acuña Herrera
Siempre he preferido el calor que el frío, y al verano sobre el invierno.
Son varias las ventajas en la estación que quisiera fuera permanente. Una de ellas es que no requieres tanta ropa, aunque hay inconvenientes como la necesidad de prender el aire o el abanico, o procurar que no se eche a perder la comida.
Además, como vivimos en un clima tan seco, imposible competir con la espectacular belleza de las nevadas.
Sin embargo, creo que la ventaja más grande es porque en el corazón del verano están las vacaciones grandes.
Y uno nota cómo baja el ritmo de la actividad en la ciudad, sobre todo de vehículos. Es un tiempo que respira descanso, la vida entera está de vacaciones, y si no se puede salir puedes dedicar el tiempo a leer, a reflexionar, a ver películas o eventos culturales de interés.
Además, el verano es como la mitad de la vida, son como los 30 a 40 años en los que tuviste la experiencia más intensas, para bien o para mal. Es como el mediodía.
Todo lo anterior me ha llevado a reflexionar que en nuestras preferencias, así como el verano o el invierno, siempre optamos entre dos extremos. En el caso que refiero, por ejemplo, ¿dónde dejo a la primavera con el resurgimiento de las flores, especialmente de las buganvilias o de las rosas, de su olor a renacimiento? ¿dónde queda el otoño con los parques vestidos de grandes alfombras amarillas por la caída de los árboles, de su olor a nostalgia?
Hay muchos ejemplos de estas actitudes binarias que debiéramos acotar y entender que la vida no es en blanco y negro, sino que está llena de matices.
Lo vemos en el campo de la política, simplemente en las elecciones pasadas, con descalificaciones que aún no cesan entre uno y otro campo.
Recuerdo a un amigo que en los ochentas me preguntaba insistente, ¿quién es mejor, Lennon o McCartney? La conclusión era simple: solamente juntando a los dos tendríamos a Los Beatles.
Y así los ejemplos se pueden ampliar. El hecho es que, no siempre por elegir algo tenemos que desechar en automático a otro.
Ya lo dijo Octavio Paz, para poder ser nosotros, para poder decir “yo soy”, siempre tenemos que reconocernos en el Otro.
Y hablando de cultura, también en aquellos años había como dos campos culturales opuestos. La revista Vuelta, considerada “de derecha” o de conservadora, contra Nexos, la de izquierda o supuesta progresista. Siempre compraba las dos para equilibrar. Era como la ecuación Krauze vs Fuentes, Paz vs Monsiváis, García Márquez vs Vargas Llosa, etcétera.
Falsas disyuntivas todas, como sabemos ahora, porque el norte no existe sin el sur, ni la izquierda sin la derecha, ni el materialismo sin el idealismo.
Ahora con las redes sociales también la opción binaria nos confronta permanentemente. Por ejemplo, denostar contra la Inteligencia Artificial o por las redes, que ciertamente nos inundan de tonterías, pero al mismo tiempo nos facilitan la vida si sabemos buscar.
En conclusión, considero que ya es tiempo de recuperar el equilibrio, los matices, los grises. Porque la vida no se puede dividir entre malos y buenos, porque simplemente la vida y los seres humanos somos imperfectos, contradictorios, y por lo mismo, complejos, poliédricos.
Entender que si disfruto este verano es gracias a las otras estaciones, y que si no estuviera alguien, aunque sea uno, que lea esto del otro lado, tampoco yo existiría.
2 agosto 2024