El viernes 19 de julio de 2024. Marco Benavides

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El viernes 19 de julio de 2024

 

 

Por Marco Benavides

 

 

Otro día caluroso, las temperaturas alcanzaban los 40 grados Celsius a las diez de la mañana, el aire seco se pegaba a la piel. En su departamento repleto de libros y pantallas, un médico se encontraba inmerso en su trabajo redactando un artículo para su sitio web sobre las últimas tendencias en Inteligencia Artificial.

Desde que se jubiló del Seguro Social había dedicado su tiempo a explorar el impacto de la tecnología en la medicina moderna. El parpadear constante del monitor de su computadora se reflejaba en sus lentes, el murmullo lejano del tráfico formaba la banda sonora de su rutina diaria, una rutina que se vería drásticamente alterada en cuestión de minutos.

El primer signo de problemas apareció cuando su computadora, fiel compañera de su pensamiento, generalmente rápida y eficiente, comenzó a volverse lenta y torpe. Frunció el ceño, culpando al calor sofocante por el comportamiento errático del equipo. Reinició la máquina, con la esperanza de que eso resolviera el problema, como en tantas otras ocasiones, pero al encenderla nuevamente, la pantalla permaneció en color azul claro, con el fatídico mensaje de que había una falla de inicio y un incomprensible código de error.

«¡Chin, el pantallazo azul!» murmuró. Hizo un intento rápido de recordar cuándo había hecho el último respaldo de la computadora, moviendo el mouse con impaciencia. De repente, el teléfono celular vibró con una serie de notificaciones. Varios mensajes de colegas y amigos empezaron a inundar su pantalla, todos con un tema común: una falla masiva en el sistema informático.

Con creciente inquietud, abrió su navegador en el teléfono para buscar información. Las noticias confirmaban que una actualización de software del antivirus de Microsoft había causado una interrupción masiva a nivel mundial. Los sistemas de bancos, aerolíneas, hospitales y empresas energéticas estaban cayendo como fichas de dominó. Chihuahua no era una excepción.

Las calles de empezaron a llenarse de caos. Sin acceso a cajeros automáticos, las personas se agolpaban en las tiendas para retirar dinero en efectivo. Las estaciones de servicio reportaban problemas para procesar pagos; en los hospitales el personal médico luchaba por mantener la atención sin sus sistemas electrónicos de registro. Los semáforos dejaron de funcionar, creando un caos monumental.

Encendió la televisión y ahí estaba. El golpe fue global, involucrando a industrias tan diversas como el transporte y la salud, específicamente en los lugares altamente digitalizados. Pensó en el peligro que mucha gente gravemente enferma, dependiente de esos sistemas para vivir, estaría pasando. A medida que avanzaba el día, el noticiero reportaba que la situación comenzaba a estabilizarse progresivamente.

El personal y los voluntarios en los hospitales y otros edificios públicos habían logrado adaptar sus métodos y continuar brindando atención. Se sintió inspirado por la resiliencia y el ingenio de esas personas. A pesar de las dificultades, demostraron una capacidad admirable para improvisar. El adjetivo “distópico” vino a su pensamiento, por la oposición que lo sucedido implicaba a lo que se suponía debía de suceder con la digitalización.

Alrededor de las dos de la tarde comenzaron a llegar noticias de que Microsoft estaba por resolver el problema. Aunque el caos persistía, había una esperanza tangible de que las cosas pronto volverían a la normalidad. El hombre se sentó, reinició la computadora en modo seguro y navegó por las carpetas de Windows hasta encontrar el archivo C-00000291.sys. Lo eliminó. Reinició normalmente y respiró tranquilo al ver su fondo de pantalla renacer. Comenzó a escribir.

Había tomado notas mentales para describir lo que pasaba en una ciudad pequeña, y compararlo con el caos monumental de lugares como Berlín. Quería capturar la experiencia del día no solo como un relato de los hechos, sino como una reflexión sobre la relación entre tecnología y medicina. El evento había sido un recordatorio de las ventajas y las limitaciones de la digitalización.

«Hoy fue un día extraordinario», escribió. «Vimos cómo una falla en la tecnología puede desestabilizar nuestros sistemas, pero también vimos cómo la determinación y la cooperación humana pueden superar cualquier desafío. Este es un recordatorio de que, aunque la tecnología es una herramienta poderosa, la verdadera fortaleza de la medicina radica en las personas que la practican.»

Con eso, terminó su relato, sabiendo que había presenciado un evento que no solo afectó a la ciudad de Chihuahua, sino que serviría como lección para él, para sus conceptos sobre la medicina y para la tecnología.

 

19 julio 2024

 

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drbenavides@medmultilingua.com

 

 

 

 

Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

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