Foto Marco Benavides
Hay un lugar
Por Marco Benavides
En los rincones profundos de la mente humana hay lugares donde la soledad y la introspección se entrelazan como hilos de una madeja. Lugares que no figuran en mapas ni se hallan en coordenadas geográficas precisas, pero que existen con nitidez en el universo interior de cada individuo. Así, en la vastedad de la psique, uno puede encontrar refugio o perdición, según su habilidad para navegar.
En uno de ellos está una tarde crepuscular en la ciudad de Chihuahua. El sol, tras un día abrasador sobre el desierto, se desliza hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rojizos. En algún rincón de esa urbe bulliciosa, en un pequeño departamento donde los sonidos de la ciudad apenas se filtran, un hombre se sumerge en el silencio de su mundo interior. Es escritor, un narrador de historias con un gusto pronunciado por el estoicismo y el existencialismo, dos corrientes de pensamiento que han marcado su visión del mundo.
Esa tarde, mientras el aire se enfría y las sombras se alargan, el escritor se sienta frente a su máquina de escribir. El clic-clac rítmico de las teclas parece ser el único sonido que rompe el silencio, excepto por la suave melodía que se escapa de un tocadiscos antiguo, donde Los Beatles resuenan con There’s a Place, entre la estática del disco de acetato. Su cerebro no toma en cuenta el suave zumbido del ventilador comprado en Sam’s que le proporciona movimiento al enrarecido aire de la habitación.
Es una canción que ha acompañado momentos de reflexión, una oda a esos espacios mentales donde la soledad no es un enemigo, sino un compañero de viaje indispensable. La escuchó por primera vez cuando era niño, en un radio con pilas Rayo-Vac. No sabía quién la compuso ni quiénes la tocaban tan rítmicamente. No sabía de qué trataba, le llevó años aprender inglés para entenderla.
Pero a los 15 años se enteró de golpe, como otros seis mil millones de personas, de que asesinaron a su autor en Nueva York. Y entonces se aprendió la letra, que se entrelaza con los pensamientos del escritor: «There’s a place where I can go, when I feel low, when I feel blue…» La mente, como un laberinto, abre puertas hacia esos lugares íntimos donde el dolor se diluye y las emociones fluyen. Es en ese espacio donde él encuentra su voz más auténtica, donde las palabras brotan como manantial cristalino.
Chihuahua, ciudad de contrastes, también es un personaje en sus escritos. La aridez del paisaje se refleja en la búsqueda de significado que impulsa al escritor a explorar límites de la existencia. Las calles polvorientas y los parques sombreados se convierten en escenarios donde los personajes luchan con dilemas morales y confrontan su propia humanidad. La ciudad, con su historia entrelazada de tradición y modernidad, ofrece el telón de fondo para las historias que él imagina y plasma en palabras.
El escritor, como muchos artistas, experimenta la vida de manera intensa y a menudo solitaria. Sus días transcurren entre la observación meticulosa de la realidad y la inmersión profunda en su mundo interior. Es un proceso que requiere valentía y una dosis considerable de resistencia emocional. En la quietud de su apartamento, rodeado de libros y hojas llenas de garabatos, él se enfrenta a sus demonios mientras da forma a los destinos de sus personajes.
La canción continúa en el fondo, susurrando palabras de consuelo y promesas de un mañana sin tristeza. «In my mind there’s no sorrow, don’t you know that it’s so? There’ll be no sad tomorrow, don’t you know that it’s so?» El escritor reflexiona sobre estas líneas. ¿Es posible encontrar tal paz en la mente, más allá de las turbulencias emocionales que a menudo lo azotan? La respuesta, quizás, yace en la capacidad de aceptar la dualidad de la vida, en abrazar tanto la luz como la oscuridad.
A medida que la noche avanza y las estrellas se asoman tímidamente en el cielo, el escritor se sumerge en su trabajo. Las palabras fluyen con mayor facilidad ahora que toma café, como si el universo mismo conspirara para que cada frase, cada párrafo, encontrara su lugar en el tapiz de su narrativa. Es un proceso íntimo y a la vez universal, donde la individualidad del escritor se fusiona con experiencias comunes que todos compartimos en algún nivel.
El escritor escribe sobre amor y pérdida, esperanza y desesperación. Sus personajes cobran vida en el papel enfrentando dilemas que reflejan luchas internas. En cada página, el autor se desnuda emocionalmente, revelando capas de su ser que rara vez muestra al mundo exterior. Es un acto de vulnerabilidad y coraje, un acto de creación que trasciende el simple contar historias.
Las notas finales de la canción llenan el apartamento, envolviendo al escritor en una atmósfera de serenidad mientras el plato del tocadiscos sigue girando a 33 revoluciones por minuto. Es en este momento, cuando la noche está en su apogeo y la ciudad duerme a su alrededor, que el escritor encuentra su lugar más íntimo y sagrado: el santuario de la creación literaria.
A través de la ventana entreabierta, se cuela una brisa fresca que lleva consigo los aromas de la tierra después de la lluvia, una promesa de renovación y nuevas posibilidades. El escritor observa la ciudad en silencio, sintiendo una conexión profunda con cada luz que titila en la distancia. Son destellos de vida, de historias no contadas y de secretos guardados en el corazón de los habitantes de Chihuahua.
En su mente, la canción se repite una vez más. Luego otra y otra, ad infinitum. «There’s a place…» Es una invitación a explorar esos espacios interiores donde la verdad se revela con una claridad asombrosa. Es en esos lugares donde el escritor encuentra inspiración y fuerza para continuar su viaje, sin importar las incertidumbres que puedan acechar en el horizonte. Es una búsqueda de significado en un mundo que a menudo parece estar lleno de caos.
Finalmente, al amanecer, el escritor se recuesta en su silla, satisfecho, pero nunca completamente saciado. Sabe que mañana volverá a enfrentarse al papel en blanco, a las palabras que se resisten y a las emociones que amenazan con desbordarse. Sin embargo, también sabe que siempre habrá un lugar donde refugiarse, donde encontrar paz y consuelo en medio del tumulto de la creación y la vida misma.
Así, entre las calles de Chihuahua y los susurros de una canción atemporal, el escritor continúa su viaje, explorando los límites de la experiencia humana y descubriendo nuevos mundos dentro de sí mismo. Porque, después de todo, la verdadera obra maestra no es solo el cuento que se cuenta, sino la vida que se vive en cada palabra, en cada pensamiento, en cada lugar donde el alma encuentra su morada.
7 julio 2024
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