Foto Gaspar Jiménez
Un día, de repente, llegué
Por Sergio Torres
Un día, de repente, llegué al mundo. Era martes. Estaba lloviendo, la casa de la partera tenía una enorme ceiba al lado. Mi papá llevó a mi mamá montada en una bicicleta de su casa a la otra. Esperar mi nacimiento fue esperar también la muerte de mi gemelo, el bueno, el que nunca llegó a respirar. Era el cumpleaños de mi papá, era el nacimiento de los mellizos, era la muerte de uno de ellos. Era el agua para el café en la casa de enfrente, cruzando la calle vivía mi abuela paterna. Era el día en que se celebraba la vida, en el que la muerte les recordaba su permanencia temporal.