Cocodrilo Bit
A ocho años de caminar sobre el laberinto
Por Benito Rosales
En el 2016 tuve la oportunidad de publicar un poemario de la mano de Ediciones Morgana, la editorial de Marisol Vera Guerra: un cuaderno llamado Sobre la cornisa del laberinto, el cual contiene 28 poemas escritos en verso libre, de escasos renglones, que tratan del amor de pareja, la soledad y la existencia.
Hasta antes de este momento había soñado que mi primer libro sería de cuentos, pero por una extraña razón no sucedió. Fue de poemas.
No me arrepiento de mi debut literario, como algunos autores lo hacen de su primera publicación, pero sí creo que puedo mejorar los textos, y tal vez en un futuro próximo retrabaje los poemas, sobre todo tratando de mejorar la respiración al leerlos en voz alta.
Actualmente no hay libros disponibles para su venta, la edición fue de cien números y ya no tengo. Espero que pronto se den las condiciones para una reimpresión, o una segunda edición según sea el caso. Por lo pronto deseo compartir en este espacio tres poemas, los que se han vuelto memorables para un servidor y que frecuentemente leo en las actividades de micrófonos abiertos y lecturas compartidas.
El primero es un texto dedicado al libro. Durante el proceso de revisión de los textos hice un poema para el naciente poemario, y como me agradó mucho decidí que fuera el primero en aparecer:
Vestido de auroras
a veces este libro deshoja
mis manos
y caracoles caen de renglones
en pequeñas
masas
saltan besos
páginas que aún no me has dado
estrujan el deseo de seguir
Y cierro
Y cancelo
Y me recuesto mientras consonantes
se revelan
vocales en las yemas de tus
dedos rozan pensamientos
y sigo leyendo
Leyéndo(te)
El segundo que quiero mostrar es quizá el poema que más me gusta: es un texto simple, de entrega, de amor, y con cierta inocencia:
Si pudiera
atrapar miedo en un poema
inventaría un libro entero
escribiría en tinieblas la luz de una
letra
amanecería estrella en
mano dispuesto a continuar
orquestaría el abecedario en su contra
sellaría cada escrito con sangre
si pudiera tan solo una vez
haría el mejor verso para que
descansaras ansiedad
pudieras dormir
hilvanaría letras
Inventaría sonidos
una nueva palabra
¿qué sé yo?
Lo que sea
por verte feliz
Y finalmente, el tercero tiene unas imágenes que desde el primer momento me atraparon:
Tornasol
voy a dividir mi cuerpo
para regalarte la mitad donde
moran serpientes su cáscara de nuez será
ojal para tu deseo
no tengas miedo a los cíclopes que
habitan mis células
hay un continente perdido bajo su núcleo
Te quieren
parte onírica que te hace presente
duerme
acaríciame
bésame
llena los vacíos de la aburrida
sobriedad
la existencia
Los leo y parece que fue ayer cuando estuve con Marisol Vera sentado en aquella pequeña plaza pública cerca del centro de Guadalupe, Nuevo León, México, repasando los textos en las hojas de máquina que previamente había impreso, ilusionado de corregir los poemas y meterlos en un libro. Como finalmente pasó. ¿Qué sigue? No sé, pero espero recorrer otra vez ese laberinto poético desde las alturas y caer, nuevamente, en un par de versos.
26 abril 2024