Aquí, donde no estás, el mundo sigue latiendo, palpita sin freno
Por Sergio Torres
Aquí, donde no estás, el mundo sigue latiendo, palpita sin freno, sin control, sin asomo de detenerse algún día. Siguen sucediendo los días, pasa el hombre del periódico, la señora de las donas, el carro de sonido que compra lavadoras, licuadoras, teles viejas que venda… el mundo sigue andando, aunque mi mundo interior pareciera haberse detenido el tiempo. Soy mi propia presencia de ultratumba, no importa siga respirando, o no, existiendo, habitando esta tercera roca del sol. Alma en pena, me aislo en rincones oscuros, aparezco al beber alcohol o consumir los besos que alguna boca enamorada pudiera darme, aunque no hay alcohol que baste y aunque los amores no sean tan abundantes. Aparezco de vez en casi nunca, muy poco, tal vez solo para comer capirotada los viernes de cuaresma, pavo en las navidades y ensalada de manzana bañada en esa deliciosa mezcla de leche evaporada, condensada, almíbar de duraznos y piña ¡Uff! Eso de ensalada solo tiene el nombre. De cierto es que aquí no estás. No estás.