El prólogo de Metimos la pata. Benito Rosales + Maricela Gámez Elizondo

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Cocodrilo Bit

El prólogo de Metimos la pata

 

 

Por Benito Rosales + Maricela Gámez Elizondo

 

 

Hace unas semanas hice una edición de autor de un libro llamado Metimos la pata, en el cual me apoyaron amigos de mi ciudad Monterrey, entre ellos la maestra Maricela Gámez Elizondo, una persona a la cual quiero y admiro, quien me hizo favor de corregir los textos y prologar el libro. Hoy quiero compartirlo en mi columna, como una manera de hacer público mi agradecimiento, aquí va integro el prólogo:

Benito Rosales Barrientos es un nombre que se ha convertido en un referente cultural en Monterrey, tanto por su quehacer como promotor de eventos literarios, como por su intensa labor didáctica desarrollada entre grupos de niños y adolescentes.

Con gran talento de escritor, Benito es un artífice del lenguaje. Sus poemas están elaborados a base de imágenes tan deslumbrantes como luminosas. No se quedan en la ramplonería o el ripio; leer uno de sus poemas es captar una pirotecnia mental de múltiples luces y colores.

Como cuentista, Benito maneja tramas con finales sorprendentes. El lenguaje de sus relatos es sencillo, pero bien estructurado. Divertidos y emotivos como sus Cuentos del cocodrilo y otras muchas de sus aportaciones literarias al acervo de la cultura nuevoleonesa.

Benito presenta ahora en este libro magistral cinco cuentos en los que fluye el buen humor aparejado con la emotividad y la nostalgia. Tenemos ante nosotros un estanque de agua pura y cristalina en el cual se abrevan la juventud, la ingenuidad y frescura de los personajes. En el lenguaje sencillo (para la comprensión de todos los lectores) se respira el aroma limpio de las flores de azahar en el mes de febrero.

Los relatos de Metimos la pata son creados, pensados, dedicados a lectores jóvenes y a otros no tan jóvenes. Juventud, inocencia, diversión, emoción, nostalgia: de todo hay en los escenarios de estas joyas narrativas. Benito menciona que tardó en conjuntar este libro porque sus cuentos se iban “por otro lado”, y no fue hasta que encontró un pequeño universo homogéneo en las intenciones, en los personajes, en los detalles circundantes, que declaró su libro terminado.

El elemento aglutinante en los cuentos es el primer amor adolescente, la frescura de la inocencia sin doble sentido, sin mala intención. El enamoramiento juvenil en su más clara percepción, aderezado con el buen humor de uno, la emotividad de otro, la magia en uno más, y la joya final: un cuento de Navidad.

La creatividad de Benito no tiene límite; sus recursos estilísticos tampoco. Empezaré por los dos cuentos divertidos: En Metimos la pata se conjugan la camaradería y la confidencia de dos muchachos jóvenes, teniendo como ápice del triángulo el naciente deslumbramiento de uno de ellos por la bella jovencita que recorre los mismos caminos por los que él deambula. Nos divierten las mutuas travesuras que dan un encantador final al relato.

El relato de “Indiana” tiene su propia banda sonora: las canciones de Los Hombres G. insertadas en la trama de la narración. El personaje se llama… David Summers. Cuando le dice a su madre que irá a cenar con Martha, la madre le responde: “No vuelvas tarde. Recuerda que Marta tiene un marcapaso y debes cuidarla”. Todas las referencias musicales en este cuento, para quienes las recuerden, son adorables, bien colocadas, lo que provoca en el lector constantes sonrisas y hasta carcajadas.

En “El circo” convergen la inocencia y la magia de una niña y un encantador de perritos bailarines, otro recuerdo nostálgico de hace muchas décadas y que Benito recrea con emotividad.

“El tulipán en el cabello” es otro de esos relatos de lenguaje claro y final inesperado. Los dos jóvenes entablan juegos verbales que son la base de su amistad.

 

—¿Vendes flores? —preguntó Andrés tímidamente.

—No, las saqué a pasear porque estaban aburridas en casa… —contestó pícaramente.

 

No hay desperdicio en estos relatos. El lector se enamorará de los personajes con el mismo enamoramiento que se da entre ellos mismos. El cuento final del “Veinticuatro de diciembre” es, como los demás, una pequeña joya con un final asombroso. Quizá a las personas jóvenes, solteras, sin hijos, este relato no les diga nada. Para las personas mayores el escrito tiene un hermoso dejo de nostalgia que no nos deja imperturbables y se queda en la imaginación y en el pensamiento.

Benito Rosales Barrientos no es una joven promesa de la cultura nuevoleonesa. Es ya, aquí y ahora, un talentoso escritor de narrativa y un poeta deslumbrante, si se saben leer sus versos, breves en extensión pero enormes en significado. Su actitud siempre amable y su generosidad hacen de él uno de los seres humanos cuya amistad es privilegio. Pronto leeremos un poemario de su autoría. Estaremos pendientes del nacimiento de otra joya literaria.

 

Maricela Gámez Elizondo

Diciembre 2023.

 

 

 

Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, entre otros.

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