¿Cómo será el cine en 2024? Raúl Herrera

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Rollos cortos

¿Cómo será el cine en 2024?

 

 

Por Raúl Herrera

 

 

D.W. Griffith es recordado por ser el padre del cine norteamericano. Se consideraba a sí mismo el inventor del primer plano, y dejó claro en sus películas que el cine era algo grande. Con producciones espectaculares como El nacimiento de una nación e Intolerancia mostró que la naciente industria cinematográfica tenía bases sólidas. Fue un perfeccionista, sus películas conquistaron la excelencia. En 1924 publicó un artículo en la revista Colliers. Se aventuró a vislumbrar lo que sería de la industria cinematográfica a cien años de distancia. Para 2024 Griffith predijo lo siguiente:

‒El cine habrá logrado que ya no existieran guerras en el mundo. Las películas invadirán a la humanidad con un sentido de hermandad nunca antes visto. A través del cine los seres humanos se darán cuenta de que independientemente de raza, color o credo, los sentimientos son los mismos para todos.

‒La temática central de las películas será el drama íntimo, aunque habrá espacio para otro tipo de producciones.

‒Las pantallas serán el doble de grandes que las actuales. Se eliminarán los primeros planos, pues con pantallas tan grandes resultará fácil ver los detalles.

‒En el 2024 habrá por lo menos cuarenta cines en Nueva York (en 1924 había sólo cinco). Las ciudades de 1,000 habitantes tendrán un promedio de seis cines. Las ciudades de 20,000 personas tendrán más de cien.

‒Aunque el cine crecerá ampliamente, seguirá el predominio de la palabra escrita, la voz humana en los dramas y en la poesía.

‒No existirá la búsqueda de talentos, actores, escritores, directores, pues todos habrán salido de escuelas especializadas.

‒Se desarrollará un método mediante el cual las películas obtengan el color natural de objetos y personas. Será posible gracias al desarrollo de una película lo suficientemente sensible como para que registre las tonalidades y colores al mismo tiempo que se fotografían.

‒En el 2024 el color de los ojos y del cabello de una mujer, la tonalidad del mar, los tonos del mismo arco iris, serán exactamente como los ve el ojo humano.

‒En 2024 nadie pensará en hacer películas habladas. Todas serán mudas, aunque la música compuesta especialmente para ellas hará nacer a una generación de músicos y compositores. Cada sala cinematográfica contará con sofisticadas orquestas. Las salas contarán con cuartetos de cámara y orquestas completas para que interpreten según lo requiera la película. En la creación de una película habrá tres figuras principales: el autor, el director y de compositor, ocupando una posición de idéntica importancia.

‒Las líneas aéreas de pasajeros tendrán un programa regular de películas dentro de cada vuelo. Los trenes llevarán salas de cine a bordo. Todo hogar tendrá una sala de cine de dimensiones menores a las de las salas cinematográficas, allí podrán proyectar filmaciones familiares y serán un medio para guardar recuerdos. También los barcos de pasajeros llevarán sala de cine. Las escuelas se verán beneficiadas pues las clases se impartirán con la ayuda de películas.

‒En 2024 la imagen será proyectada de manera que el ojo humano no detecte parpadeo alguno. Será tan nítida como si se observaran los sucesos en vivo. Las pantallas ya no serán como las actuales, no serán cuadradas y tal vez para entonces ya no sean blancas. Se logrará la profundidad de las imágenes. Se percibirán las distancias.

‒Desde el punto de vista de la naturalidad, dentro de cien años las películas se asemejarán tanto a las personas vivas y a los objetos reales filmados que, sentado en una butaca próxima a la orquesta, será usted incapaz de determinar si se trata de una película o de algo real.

‒La popularidad de las películas será mayor a medida que su calidad crezca.

‒Los novelistas se dedicarán a crear argumentos para cine.

‒En el 2024 no habrá confusión entre la radio y el cine. Cada uno de ellos ocupará su lugar exclusivo en nuestra vida.

‒El cine de primera clase no costará menos de cinco dólares.

Cuando David Wark Griffith (1875-1948) comenzó su producción de películas, el cine se encontraba dando aún sus primeros pasos. Apenas habían transcurrido veinte años desde que los hermanos Lumière estrenaran su Tren llegando a la estación en el salón Indien de París. Y aunque las salas de exhibición se nutrían de un elevado número de pequeñas producciones, el cine no pasaba de ser considerado una atracción menor, un divertimento. El reto era proporcionarle una dimensión artística y comercial que pudiese ponerlo al mismo nivel que otros espectáculos de la época. Griffith es el artífice en la consecución de esos objetivos.

Comenzó como actor en compañías de teatro e hizo sus pinitos como escritor antes de llegar al cine. Conoce bien el melodrama teatral y las novelas victorianas (Dickens) y naturalistas (Zola, Tolstoi) así como los recursos y trucos del teatro itinerante.

Griffith dirigió de 1908 a 1913 cerca de 450 cortometrajes de 15 minutos. En 1916 ya había terminado El nacimiento de una nación” (que duraba cerca de tres horas) e Intolerancia (más de dos horas de duración), que hicieron a Hollywood centro de la actividad cinematográfica de los Estados Unidos dando a  conocer a D. W. Griffith como El padre del cine.

Griffith, como muchos otros directores, se lanzó a la aventura de crear sus propias productoras. En 1915 participó junto a Ince y Sennett en la Triangle Pictures, que tuvo una vida corta.

Poco despues, en 1919, Griffith fundó junto a Douglas Fairbanks, Mary Pickford y Charles Chaplin, la productora United Artists ‒con lo que reivindicaba el status del director como estrella‒.

Su último largometraje, La lucha (1931) fue una gran obra que sintetizaba todo el conocimiento de este director a la vez que sentaba las bases de lo que serían las películas de hoy.

 

 

 

 

Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

 

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