Una voz para la paz. Raúl Herrera

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Rollos cortos

Una voz para la paz

 

 

Por Raúl Herrera

 

 

Una moda que ya lleva tiempo asentada en prácticamente todo el mundo es la de los programas televisivos de “busca talentos”. No pocas veces las historias que están detrás de los ganadores han inspirado películas y series de televisión, como fue el caso del británico Paul Potts.

El mundo árabe también tiene su programa famoso de “busca talentos”. Se trata de Arab Idol. Un ganador inolvidable por lo que su historia de vida significa –y sobre todo por lo que su triunfo inspiró– es Mohammed Assaf.

Assaf es un refugiado palestino procedente del campo de Jan Yunis, en Gaza. Aunque no tiene formación artística profesional, viene cantando desde niño, en bodas y fiestas familiares. Su repertorio está lleno de canciones patrióticas con referencias al sufrimiento del pueblo palestino bajo la ocupación israelí, aunque Asaf interpreta también canciones de amor y temas tradicionales.

Según contó él mismo, las autoridades de Hamás (el grupo radical islámico que gobierna en Gaza) lo han llegado a arrestar unas veinte veces: “En una ocasión me detuvieron durante una semana. Me pedían que firmara un compromiso para no seguir cantando, pero, como palestino, mi mensaje es que nosotros no solo hablamos y luchamos, también cantamos”. Lo cierto es que la estricta interpretación de la ley coránica que trata de imponer Hamás en la Franja parece haber perdido la batalla contra el furor que suscita el cantante.

No extraña que un cineasta apasionado por los temas importantes de Palestina, como Hanay Abu-Assad –director de películas tan importantes como Omar y El paraíso ahora–, se haya interesado en la historia de Assaf, un palestino que logró darle alas a un pueblo oprimido. Más que un triunfo musical, los palestinos festejaron el primer lugar de Mohammed como un reconocimiento del pueblo palestino ante la comunidad internacional.

En el 2015 Abu-Assad filma justamente la historia de Assaf con el título internacional de Idol (El ídolo), aunque el original en árabe es Ya Tair Al Tayer es decir “Oh, Ave Volante”, título de la canción con la cual triunfó el palestino en el programa de televisión. Es además, muy ilustrativa la letra de la canción, pues está cargada de patriotismo y emoción:

“Oh, ave volante yendo a mi casa. Mis ojos te siguen y los ojos de Dios te protegen. Oh, tú, viajero, estoy muy celoso. Palestina mi patria, es hermosa, ¡Alabado sea Dios! Ve por Safed, ve por Tabariyyah. Pasa por Acre y Haifa y di “Hola» al mar. No olvides Nazareth –esa fortaleza árabe–. Y da a Bisan las buenas noticias que su gente regresará. Mi gente en esa tierra camina con la frente en alto. La historia está orgullosa de nosotros. Y la espalda de la historia fue deformada por todo el dolor que hemos sufrido, pero nosotros somos pacientes. Ve a Gaza y besa su suelo. Su gente es digna y sus hombres son poderosos. Y ve a Jerusalén, la capital, y Al- Aqsa es su punto destacado. Si Dios quiere, nos reuniremos allí”.

Vale la pena –para entender la importancia de este joven cantante para el pueblo palestino– transcribir las palabras que una joven de Palestina dijo a la prensa internacional: ““Assaf lucha por los colores de Gaza y de Palestina. Le apoyo y me siento orgullosa de él. Gaza no es solo terrorismo, muerte y violencia, también hay artistas que necesitan descubrir sus habilidades y un poco de libertad para ello.

La película Idol es muy entretenida y –contrario a lo que pudiera pensarse– muy alejada de la crítica política. La cinta se adentra en la infancia, adolescencia y triunfo de Assaf, desde sus inicios al lado de su hermana, y un grupo de niños que desean formar una banda musical. Los problemas a los que se enfrentan son muchos, y para Assaf el peor es la enfermedad y posterior muerte de su hermana, la mayor inspiración de su vida.

Resulta interesante ver los problemas a los que se enfrenta el joven que desea acudir a las audiciones de Arab Idol que se llevan a cabo en Egipto, para lo cual debe cruzar la franja de Gaza y los controles son muy difíciles de superar.

La tenacidad, el empeño, el deseo constante de triunfar, el amor de la familia y el cariño de los amigos, la admiración de los compatriotas, todo ello queda más que evidente en esta sencilla pero emotiva película, tan real como la vida misma.

Assaf se convirtió –sin quererlo– en la voz de la esperanza de todo un pueblo, solamente por ganar un concurso. De ahí que la historia de esta película –un joven de difícil pasado logra triunfo inesperado–, que ya hemos visto antes, no se parezca en nada a otras, pues se enmarca en un lugar tan conflictivo como la Franja de Gaza, ahogada por conflictos políticos, militares y religiosos.

Como quiera que se la vea idol es una película que eleva el espíritu mientras entretiene.

 

 

 

Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

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